Karen Arauz
El primero en adaptar el término «koñichi» a la política para referirse a la oposición, fue el otrora ilustre vice- presidente García Linera. En el lenguaje cotidiano, apelamos con frecuencia a palabras de origen quechua o aymara que nos nutren de una fuente rica de términos únicos e irremplazables. Chaqui, sorojchi, makurka, koñichi, sirwiñaku, son usados constante y naturalmente. Interesante el que puedan ser adaptados a una situación ajena al significado original.
En 2009, en Radio Noticias de Panamericana, el sofista más conocido del país, afirmaba que ‘La oposición se presenta como un conjunto de fuerzas dispersas y decadentes, no solo que no hay idea, no hay programa, no hay alternativa de sociedad, es una derecha derrotada, intelectual, moralmente, no tiene liderazgo nuevo, es un reciclamiento, una especie de koñichi’. (eju.tv,2009)
Ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces, incluido el referendo del 21 de febrero, en el que la «oposición» tomó carta de ciudadanía como lo que es: resistencia. La postura asumida por la mayoría de la sociedad, no da cabida al término peyorativamente empleado. Y se lo asume espontáneamente, cada vez más alejado del miedo que se pretendió instalar. La persecución y judicialización sin ton ni son, está perdiendo la batalla. Según los indicadores -aunque persista la idea de encarcelar a todo aquel que le haga frente al gobierno sobre todo denunciando corrupción-, es una pulseta que eventualmente, perderán.
Hace unas horas, el infortunado Vice- presidente enfrentó una muestra más que patente, que el término koñichi les está calzando mejor a ellos que a los otros. Cochabamba -en la fiesta de Urkupiña-, propinó al dialéctico ex licenciado, una soberana silbatina de repudio cuando aún le debían estar vibrando los tímpanos con la recibida en Tarija solo unos días atrás. Es claro que se está instalando la percepción de que el sirwiñaku entre gobierno y movimientos sociales, está llegando, inexorablemente, a las puertas de la ruptura a la mala. Los cooperativistas mineros, una de las joyas de la corona masista, han salido por la tangente sin miramientos. La genialidad de levantar la prohibición del uso de explosivos en la mala lectura de que tienen a todos los mineros de su lado, resultó un tiro por la culata. Si los entenados más mimados, se rebelan, es que han perdido el control.
Hablando de koñichi, el presidente Evo, encaprichado y aburrido de tener que obedecer las órdenes médicas, se trepa con precaria agilidad a su avión de jeque y parte a la asunción de mando del nuevo presidente de República Dominicana previo besa- manos en Cuba por supuesto. Eso refleja que el koñichi está escaso. Con Dilma y Cristina en la lona, Humala fuera (pese a su tibieza), Maduro desafiando a los siquiatras del mundo, Correa embelesado con su imagen en el espejo mágico, Fidel y su sistema más allá que acá, se evidencia la necesidad de raspar ollas para tratar de juntar las sobras suficientes para sobrevivir.
Con la gran habilidad de irritar que tan afanosamente se ha granjeado Remy Ferreira, lo vemos muy alborotado con la creación de la escuela militar antiimperialista. Es muy complicado pensar en esto sin sucumbir a la tentación de caer en comentarios cáusticos cuando nos enteramos que la estrella que iluminará (y adoctrinará) a los flamantes alumnos será Atilio Borón, un marxista trasnochado cuya inteligencia hubiera sido mejor aprovechada sin sus contradicciones entre progresistas y retrógrados. Tal lanzamiento contará también con la presencia de otros dos ministros de defensa, obvio, Venezuela y Nicaragua. El aporte argumental de Quintana, sí que es gracioso. Si consideramos que fue alumno de la Escuela de las Américas, se esperaba un cierto grado de aprovechamiento y no la habilidad para convertirse en el monje gris de laxa moral, que ha sacado las mayores ventajas posibles a la década del MAS. Decir que es una necesidad para instruir a los oficiales del ejército para sentar soberanía y aprender a identificar a los enemigos de Bolivia alejada de cualquier injerencia extranjera es al menos, jocoso. Como si Cuba, Castro y su engendro socialista, fueran originarios. Tenemos muy claro quiénes son los enemigos de Bolivia. Empecemos por la obscena corrupción estatal.
Si son tan apasionados para erigirse en los paladines de la soberanía, los progres pudieron haber hecho lo correcto para que en nombre de esa soberanía, primero, no hubieran destruido la patria bolivariana tan vituperada ni tendrían 50 mil venezolanos cruzando a diario la frontera colombiana para comprar alimentos y medicinas. Si ésa es la clase de soberanía que van a inculcar en los jóvenes soldados estamos lucidos. Y agradezcan que por hoy, soslayamos el tema chino. Soberanía sí señores, pero ahorrémonos el bochorno de tener que observar a tiempo de pasar el sombrerito en Nueva York o Londres, al gurú de las finanzas públicas parchando frenéticamente las filtraciones de la blindada economía nacional.