LEONEL SUAREZ Q./BOLINFO/TARIJA
(elPeriódico-agosto 11/2016) La quebrada Cabeza de Toro sufre una alta contaminación consecuencia de las aguas servidas que llegan desde el Matadero Municipal y la curtiembre San Juan. Este riachuelo con su recurso hídrico, que a simple vista se puede observar los residuos y la contaminación que transporta, desemboca al río Guadalquivir lo que afecta a la salud del principal afluente de la capital del departamento.
Matadero Municipal
El equipo de prensa del diario elPeriódico se trasladó ayer hasta las inmediaciones del Matadero Municipal, a la altura de la zona El Portillo, con el objetivo de conocer a qué lugar van a parar las aguas servidas de este centro de faena.
En la parte posterior al Matadero se puede evidenciar una fosa séptica, donde van a parar las aguas contaminadas de olor nauseabundo, de color marrón combinado con sangre, mezclados con restos de excremento de los animales, y algunos sobrantes de grasas del ganado faenado en el lugar.
La fosa se encuentra sobresaturada de heces fecales, entre otras sustancias, por lo que se vuelve difícil percibir todos los cuerpos contaminantes del agua. El líquido llega hasta otra misma fosa más grande unos metros más allá.
En ese pozo también se constata la presencia de excrementos, el agua levanta espuma a sus alrededores y se penetra por la tierra. El olor fétido de este lugar atrae a las aves carroñeras que compiten por el alimento con los perros de las zonas aledañas, mismos que se tornan agresivos cuando se percatan de la presencia de las personas.
Aproximadamente a unos 100 metros más abajo del Matadero, pasando el camino de tierra, el agua vuelve a salir en un pequeño riachuelo, mantiene su olor pestilente, en cada recodo aún se ven restos de excremento, además de una espuma blanca generada por el líquido contaminado.
Aguas rojas de la Curtiembre San Juan
Más abajo, a unos 500 metros de distancia del Matadero se encuentra la quebrada Cabeza de Toro, donde desembocan las aguas contaminadas del centro de faena municipal que se unen con los residuos que vierte el matadero. Sin embargo, en esa intersección este riachuelo ya presenta una contaminación aún mayor, el fluido se torna de color rojo, un olor más fuerte, casi insoportable.
Al percatarse de esta situación, el equipo de prensa inspeccionó el lugar quebrada arriba para verificar que era lo que provocaba la aparente contaminación del arroyo. Tras avanzar medio kilómetro por los márgenes de la corriente, se llegó a una casa ubicada al borde de un barranco, al costado izquierdo, misma que arrojaba todas sus aguas servidas entremezcladas con pedazos de cuero y cabellos de animales, sorpresivamente estos desechos correspondían a la curtiembre San Juan.
Quebrada abajo
El proceso curso del agua proveniente de estas dos instalaciones pasa de un color rojizo a un tono parecido al negro hasta que se une con el caudal del río Guadalquivir, principal afluente de la ciudad con cuyas aguas se riegan muchos de los cultivos.
¿Qué dicen las autoridades?
El responsable del Matadero Municipal, Julio Rodríguez, informó que se viene trabajando un plan de mitigación para disminuir la contaminación ambiental existente y enfatizó que se encuentran en la primera fase de ejecución que es para el aprovechamiento de los residuos sólidos.
“Construir una cámara séptica significa seguir contaminando las aguas subterráneas, entonces la idea es construir una planta de tratamiento y recuperar el agua para riego de cultivos, esto se viene coordinando con la Alcaldía –dijo Rodríguez-. Recién estamos haciendo el perfil del proyecto, trabajamos con el secretario de Medio Ambiente este tema y estimamos que esto aún va demorar por lo menos un año”.
Rodríguez quitó importancia a la situación con el argumento de que en gestiones anteriores se contaminaba más la quebrada antes mencionada y que la contaminación y el impacto actual es inferior.
elPeriódico intentó ponerse en contacto con el secretario de Medio Ambiente del Municipio, Álvaro Orozco, quien no atendió su teléfono celular en el primer intento, posteriormente desvió las llamadas, por lo que no se pudo conocer las acciones que se realizan o se tienen previstas realizarlas para contrarrestar la contaminación de la quebrada Cabeza de Toro.
Por su parte, el director de Gestión Ambiental de la Gobernación, dependiente de la secretaría de Medio Ambiente de la Gobernación, Gonzalo Martínez, explicó de forma escueta que la problemática por la que atraviesa este arroyo es netamente de competencia municipal, por lo que debería actuar de oficio en solucionar este problema ambiental.
En cuanto la contaminación que provoca la Curtiembre San Juan, Martínez explicó que es el Municipio quien debe hacer el seguimiento correspondiente, puesto que son los que proporcionan la licencia ambiental en base al Registro Industrial Ambiental (RAI) que presenta la empresa.
Contaminación por curtiembres
Según explica la organización ambientalista internacional Greenpeace en un documento denominado “Cueros tóxicos”, para el proceso del curtido de cueros son necesarios alrededor de 500 kilos de productos químicos para el procesamiento de una tonelada de cuero crudo y se estima que un 85% no se incorporan en el cuero acabado.
La producción también requiere la eliminación de la mayoría de los componentes de la piel cruda, de la cual se termina aprovechando únicamente el 20% del peso mientras que el otro 80% se descarta como residuo. Como consecuencia directa, se generan importantes volúmenes de residuos, sólidos o como efluentes líquidos con una combinación extremadamente compleja de compuestos orgánicos e inorgánicos que hace que el sector sea altamente contaminante.
Greenpeace señala que es posible identificar los principales impactos ambientales del proceso de producción del curtido de cueros centrado en la utilización del metal pesado cromo (III) con la posible oxidación a cromo (VI). El cromo y sus formas son difícilmente biodegradables, por lo cual son una carga para el ambiente debido a su persistencia, acumulación en el tiempo y efectos impredecibles sobre la vida acuática. En el caso del cromo (VI) es un comprobado cancerígeno humano.
El proceso de biodegradación de materia orgánica descargada en efluentes consume el oxígeno disuelto del cuerpo de agua receptor, que junto a un alto contenido de sales y ácidos (por ejemplo: cloruro de sodio, ácidos sulfúrico y fórmico), provocan la muerte de la vida acuática y las funciones naturales de los ríos. (eP)