El desorden, la suciedad, el descuido, la basura, el caos vehicular, los bocinazos, etc., parecen ser una marca registrada de una sociedad como la nuestra. Terrible legado que aún no aprendemos a superar y, por el contrario, profundizamos por deficiencias en la educación cívico ciudadana que nos deben impartir en escuelas y desde las instituciones públicas, aunque sobretodo es más importante lo que recibimos en casa, en el hogar, donde se siembran principios, valores y líneas de conducta.
Existen puntos en la ciudad de Tarija que son literalmente, urinarios públicos, a cielo abierto, a la vista de todos, uno de ellos está en la calle Corrado, entre Campero, Saracho y Rojas, en el centro mismo, cuadras con aceras muy estrechas y en algunos puntos inexistentes, donde igual los autos se deben estacionar y lo hacen, casi pegados a las paredes de las casas de la zona. Parroquianos, malvivientes, apurados y muy mal educados, ellos son los que todos los días, a plena luz y en la oscuridad de la noche, allí encuentran un «baño público» a pedir de boca. El descaro y la poca vergüenza son aliadas de personas así, que ya sea muy cerca a las paredes, entre los vehículos parqueados, en alguna esquina caprichosa, aprovechan para hacer sus necesidades fisiológicas. El escenario es asqueroso y el olor nauseabundo, los vecinos parecen haberse dado por vencidos ya que sólo atinan, con resignación, a salir con sus baldes llenos de agua para limpiar los lugares que otros ensucian. Es una dinámica diaria que debe avergonzarnos a los tarijeños… si de ciudad turística, limpia, amable e inteligente tanto hablamos. Otra vez la alcaldía brilla por su ausencia. No es el único lugar donde sucede lo narrado, existen muchos otros más.