Noticias El Periódico Tarija

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El carnaval comenzó con su ruido característico, con su alegría y buenos deseos. El nuestro tiene detalles que lo hacen único, que lo distinguen de otros de nuestro país aunque no es indiferente a la influencia foránea que se acentúa . La responsabilidad de autoridades y ciudadanía consiste en no permitir que esas tradiciones no se diluyan y esto no significa confrontar lo nuestro con lo externo, ni menos propender a que se genere un choque de culturas. Simplemente debemos acentuar y enseñar lo nuestro comprendiendo que no existe la necesidad de aplastar o desechar lo que viene de otro lado, un pueblo con cimientos fuertes es capaz de resistir los vientos de cambio vengan de donde vengan.
Aquellos discursos que rechazan la presencia de músicas, ritmos y bailes de otros puntos del país quedan cada vez mas aislados porque los tarijeños vamos comprendiendo que es posible convivir y seguir potenciando nuestras costumbres, que solo depende de nosotros y no de cuanto nos quieran imponer o con que fuerza llega lo foráneo, reaccionar de mala manera ante este fenómeno es reconocer que lo que llamamos «lo nuestro» no lo tenemos tan cimentado por lo que vemos riesgos cuando otros rasgos culturales se vislumbran en el horizonte.
Lo importante es que comprendamos que habitamos un país diverso, variado en todo sentido, lo que en vez de constituir una debilidad es su mayor fortaleza, la forma en la que combinemos todas esas diferencias es la clave para construir un pilar que nos sostenga. Tarija parece haber comprendido que al tornarse un destino de esperanza para miles de familias bolivianas por el auge del gas, debe ser capaz de abrirse ante esta realidad y ser amigable, amplia, flexible, tolerante ante lo que llega junto a los migrantes.
El carnaval debe servir para unirnos, para acercarnos, para hermanarnos, para compartir no solo con los que conocemos toda la vida y son del pago sino con aquellos que ya apostaron por esta tierra y han formado familias aquí y con los que por turismo nos visitan. Que esta fiesta sea de alegría y no de desgracia y llanto, que la próxima semana podamos contar anécdotas jocosas que vivimos o vimos en vez de relatar hechos lamentables producto del desenfreno y el exceso.