Noticias El Periódico Tarija

Están por las calles como lustrabotas, como voceadores en un trufi, caminan entre la multitud de un mercado llevando lo que una señora no puede o no quiere cargar, se los encuentra lavando autos, haciendo piruetas en un semáforo en rojo, vendiendo helados y hasta empanadas, son muchos los ejemplos que podemos dar y todos terminan en lo mismo: niños trabajadores.

Pequeños que por circunstancias de la vida deben salir a las calles para ayudar en sus hogares o para ayudarse así mismos porque sus padres no los pueden mantener, existen casos en los que un menor sostiene a sus hermanos menores con su propio esfuerzo diario. Tambien están los pequeños que vienen del campo, traídos por sus progenitores que deben resignarse a dejarlos en el servido doméstico de alguna familia con tal de que tengan techo y comida asegurados. Si bien las normas protegen a los niños y establecen como prioridad su estudio y formación, la realidad es otra porque la ecuación en la calle no es tan sencilla y se resume en que si no se trabaja, no se come, así de duro, así de simple. Esa realidad ha sido entendida en su más espinosa extensión, a pesar de su inmadurez y corta edad, la vida les ordena crecer apresuradamente y deben hacerlo porque no tienen otra opción.

Tarija no es la excepción y lo que más preocupa es que los índices de trabajo infantil crecen, la crisis no mira caras ni edades, tampoco tamaños, tal vez muchos padres en su impotencia tuvieron que hacer que sus hijos salieran a buscar el pan de cada día y con el aporte de todos, la familia come, se alimenta. En los últimos años las políticas gubernamentales se han fortalecido en cuanto al apoyo a los menores de edad intentando evitar que tengan que hacer más que divertirse y estudiar, pero aún no lo han conseguido, estamos lejos todavía. En días previos a las fiestas de fin de año, que tanto se las orienta, sobretodo a los niños, tomemos conciencia, nos pongamos la mano en el corazón y observemos cuidadosamente, tal vez habrán muchos cargando bolsas llenas de juguetes para otros niños y que ellos no pueden tocar y menos comprar. Las desigualdades y desequilibrios de este esquema consumista en el que el que más tiene puede adquirír más cosas.