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Eduardo Claure

Cargado de historia y personajes emblemáticos, el Arco del Triunfo constituye junto a la Torre Eiffel los puntos de referencia y uno de los símbolos más importantes de Francia. El Arco de Triunfo de París es uno de los monumentos más famosos de la capital francesa y probablemente se trate del arco de triunfo más célebre del mundo. Construido entre 1806 y 1836 por orden de Napoleón Bonaparte para conmemorar la victoria en la batalla de Austerlitz de 1805, cuando les prometió a sus hombres: “Volveréis a casa bajo arcos triunfales”. La construcción de este arco triunfal estaba dedicada a perpetuar la memoria de las victorias de los ejércitos franceses. El Arco de Triunfo fue inspirado en el Arco de Tito de Roma, y forma parte de los monumentos nacionales que poseen una fuerte carga histórica. A sus pies se encuentra la Tumba del Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial, y una llama continuamente encendida que las asociaciones de antiguos combatientes o de víctimas de guerras reavivan todos los días a las seis y media de la tarde, conmemorando su recuerdo, que es revivido cada 11 de noviembre, aniversario del armisticio firmado en 1918 entre Francia y Alemania y que puso fin a la Primera Guerra Mundial. A lo largo de su construcción, el Arco del Triunfo fue testigo de muchos eventos históricos importantes de Francia, por ejemplo, el desfile fúnebre de Napoleón Bonaparte, quien murió sin ver completo su preciado monumento. Asimismo, a los pies del monumento se veló el cuerpo del escritor Víctor Hugo, y fue en el Arco también donde se despidió al ejército francés antes de que partiera hacia la Primera y Segunda Guerra Mundial. Existe un pensamiento grabado en la memoria de sus gestores: “Retornando de batalla triunfal, procediendo así, viviremos tranquilos, orgullosos, respetados por nosotros mismos; y cuando nos suene la hora del gran viaje, cruzaremos el pórtico sombrío de la muerte, no con la timidez del reo que avanza en el pretorio, sino con la arrogancia del vencedor romano al atravesar un arco de triunfo”. En cada uno de los pilares que sostienen la estructura hay cuatro bajo relieves que representan los valores y virtudes de las fuerzas armadas de Francia: “el Triunfo”, “la Paz”, “la Resistencia” y “la Partida de los Voluntarios” En las caras internas del arco están grabados los nombres de las batallas ganadas por Napoleón Bonaparte y los soldados que lucharon por Francia, los nombres de los caídos están subrayados. El Arco del Triunfo en París se vistió con Francisco de Miranda, precursor la libertad de Hispanoamérica, cuyo nombre está grabado en tan insigne monumento.
A Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez es mucho lo que le deben los venezolanos. Llamado por el Libertador Simón Bolívar “el más ilustre Colombiano” y “el Venezolano más universal”. Francisco de Miranda dejó un legado que, más allá de su carrera como militar destaca el significado de su carrera, de la cual podemos señalar lo siguiente: su nombre completo era Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez; Participó en los tres grandes movimientos históricos y políticos de su tiempo, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Revolución francesa y Guerras de Independencia Hispanoamericana; Gobernó durante la Primera República de Venezuela en calidad de “Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de Venezuela”; Militó con los girondinos en Francia, firmó el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela e impulsor y líder de la Sociedad Patriótica; Fue el primer Comandante en Jefe de los Ejércitos venezolanos, ostentando el título de “Generalísimo”. En la actualidad, los únicos “Comandantes en Jefe” son los Presidentes de la República durante el tiempo que dura su mandato; Miranda fue el gestor del proyecto geopolítico conocido como “La Gran Colombia”, su idea incluía la creación de una nación única que abarcara desde la frontera sur del Río Mississippi en lo que hoy es Estados Unidos, hasta la Tierra del Fuego en la actual Argentina; Francisco de Miranda es el único americano cuyo nombre está grabado en el Arco del Triunfo de París, su retrato forma parte de la Galería de los Personajes en el palacio de Versalles y su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el Campo de Valmy, Francia. Al militar en las filas de los ejércitos español y francés, alcanzó los rangos de coronel y mariscal, respectivamente. Además, obtuvo el grado de coronel en el ejército ruso, concedido por Catalina II la Grande, y fue el primer comandante en jefe de los ejércitos venezolanos, ostentando el título de generalísimo. Su carrera militar contempla su participación en cuatro contiendas: el sitio de Melilla (1774-1775) y la Invasión española de Argel de 1775 en el norte de África, la Guerra de Independencia Estadounidense, las Guerras Revolucionarias Francesas y la Guerra de Independencia de Venezuela. Entre sus gestas militares destacan su actuación en el sitio de Melilla, la batalla de Pensacola en Estados Unidos y la batalla de Valmy en Francia. Miranda fue combatiente destacado en tres continentes: África, América y Europa. A pesar de haber formado parte de tantos procesos revolucionarios y gubernamentales en el ámbito internacional, se frustró a la hora de poner en práctica sus proyectos en su propio país, Venezuela. No obstante, su ideal político perduró en el tiempo y sirvió de base para la fundación de la Gran Colombia, mientras que sus ideas independentistas influyeron en destacados líderes de la “Emancipación Americana”, como Simón Bolívar en Venezuela y Bernardo O’Higgins en Chile. Daniel Florencio O’Leary, edecán de Simón Bolívar, dijo sobre la muerte de Miranda: Miranda era un hombre del siglo dieciocho cuyo genio levanta el sentido y la confianza de sus conciudadanos americanos. Aunque él se enorgulleció de ser soldado, sus batallas más grandes fueron libradas con su pluma. Napoleón dijo de él: “A ese hombre le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad”. El Libertador Simón Bolívar lo llamó:”El más ilustre colombiano” y “el venezolano más universal”.
Francisco de Miranda escribió una página, inspirada en Montesquieu, para proponer a los franceses un sistema de separación de poderes garantista de las libertades inspirado en el creado por la Constitución de los Estados Unidos: “Dos condiciones son esenciales para la independencia absoluta de los poderes. La primera, que la fuente de donde ellos emanan sea una; la segunda, que ejerzan todos, unos sobre otros, una vigilancia recíproca. El pueblo no será soberano, si uno de los poderes constituidos que lo representan, no emanase inmediatamente de él; y no habría independencia, si uno de ellos fuera el creador del otro. Dad al Cuerpo Legislativo, por ejemplo, el derecho de nombrar los miembros del Poder Ejecutivo; ejercerá sobre ellos una funesta influencia, y la libertad política ya no existirá. Si nombra a los jueces, influiría en los juicios y no habría libertad civil. Así, en Inglaterra, donde el Poder Ejecutivo ejerce una marcada influencia sobre el Legislativo, la libertad política está considerablemente disminuida. El Poder Judicial, aunque nombrado por el Ejecutivo, está protegido de su fatal influencia, porque el Pueblo compone el Jurado, y los jueces son inamovibles; entonces la libertad civil aún no ha recibido casi ningún ataque”. Tal fue, la opinión del General Miranda sobre la situación de Francia y los remedios a sus males: Paz y Gobierno, era 1794
Sebastián Francisco de Miranda uno de los hombres más ilustre de su época. Murió a los 66 años de edad un 14 de julio de 1816, en España (Cádiz) en los calabozos del fuerte de la Cuatro Torres conocida como La Carraca. Sus ideas son transmitidas a Simón Bolívar en la gesta de la libertad del concepto Americano-Colombiano, bajo el nombre de la Gran Colombia. Nunca fue posible rescatar los restos mortales de Miranda, ya que fueron enterrados en una fosa común en el cementerio del Arsenal de la Carraca en España. En el Panteón Nacional existe un cenotafio entre ellos Miranda, Antonio José de Sucre y Andrés Bello. El sarcófago está representado abierto por un águila símbolo de poder, la cual está custodiada a su vez por una alegoría de la libertad. A sus pies una placa con el siguiente epitafio: “Venezuela llora por el dolor de no haber podido hallar los restos del general Miranda, que han quedado perdidos en la huesa común de la prisión en que expiró este gran mártir de la libertad americana. La República los guardaría con todo el honor que les es debido en este sitio que les ha sido destinado por Decreto del Presidente de ella General Joaquín Crespo, fechado el 22 de enero de 1895”. Las puertas y la tumba parcialmente abierta simbolizan la esperanza de Venezuela de encontrar los restos del prócer, aguardando su llegada.

Bolívar y Miranda, dos pilares fundamentales de la Revolución Venezolana del siglo XIX, enfrentados por los hombres de su tiempo, por la historiografía y por las diversas corrientes políticas. Muchos hablan de la traición de Bolívar, para vengarse de Miranda por haber capitulado, otros opinan que Miranda cometió el error de capitular y con eso condenó a muerte a la primera república. Sin embargo, se puede establecer una opinión que nos lleve a razonar y considerar otros elementos que componen la complejidad de estos sucesos, lo que abrirá otras puertas al debate, distintas al maniqueísmo del que se hace gala para analizar los hechos y concentrémonos en la figura de Simón Bolívar, nuestro libertador y su gran obra en el continente sudamericano, que junto a José Antonio de Sucre han legado nuestra Patria Boliviana, con actos de heroísmo, entrega, sacrificio y mucho valor para cambiar un estado de situación política, como era librar batallas con verdadero coraje para dar libertad a esta tierra del sometimiento del yugo español. Las referencias sobre estos sucesos son diversas, muchas enfrentan a estos dos hombres, que construyeron un proyecto de liberación nacional. Son desvíos que se expresan en la historiografía acrítica, incluso se pudiera decir que a nivel mundial, como elemento para desacreditar a Bolívar, contexto en el que se produce un enfrentamiento dicotómico entre Bolivarianos y Mirandinos, condenando a uno para elevar al otro, perdiendo la objetividad del legado real de la Revolución Venezolana del siglo XIX. Estos posicionamientos extremistas de algunos autores, no hacen más que dividir ideológicamente a dos hombres que defendieron el ideal de una Patria Grande Libre. Los que disfrutan de dar esas opiniones ahistóricas, ignoran la cercanía de Bolívar con Miranda, al punto de invisibilizar las acciones del Libertador, quien hizo todo lo posible para convencer a Miranda de unirse al proceso que se desarrollaba en ese momento en Venezuela, reconociendo en él a un líder implacable. Otro punto que se pasa por alto es como lucharon en perfecta combinación por la independencia total de Venezuela, Bolívar en la Junta Patriótica y Miranda en el congreso. Los dos momentos centrales que se analizan son la pérdida de la Plaza de Puerto Cabello y la capitulación de San Mateo, que concreta el arresto de Miranda. Pero se pierden muchos elementos, por los juicios de valor que se generan, dejando poco para las opiniones objetivas. El móvil de estos sucesos, sin duda alguna fue la traición, la intriga que la consumó en su momento es la misma que mueve las plumas de escritores contrarrevolucionarios, si miramos con visión panorámica y damos un poco de luz a las sombras que se encuentran alrededor de Miranda y Bolívar, tanto en la capitulación como en el arresto, veremos el rostro más real de la traición, de la intriga que sin duda alguna fue la causa que más peso tuvo sobre aquella república naciente. No se trata aquí de exculparlos de los errores que cometieron, pero se debe establecer una diferencia entre errores y traiciones, puede que los primeros hayan influido en el transcurso de los hechos, pero sin duda las traiciones hicieron mucho más daño de los que Monteverde ocasionó.

Cual el significado de semejante obra que debe leerse en la actual coyuntura boliviana? Veamos las claves conceptuales y formales de los Arcos de Triunfo. Un Arco de triunfo parece una puerta, pero no lo es, porque, a pesar de tener una configuración similar, su función es muy diferente, dado que estaban pensados para satisfacer la liturgia del poder. Los Arcos de Triunfo son una invención romana que proliferaría en tiempos del Imperio. Durante el periodo medieval serían escasamente utilizados, pero a partir del Renacimiento volverían con éxito, aunque con ajustes en su simbología, incluso en el siglo XX, y también en el XXI. La presencia de una Puerta advierte de la existencia de dos ámbitos diferentes que pueden comunicarse gracias a ella y resalta el misterio asociado al desconocimiento del otro lado. Esta afirmación es la base de muchas interpretaciones esotéricas que le atribuyen la responsabilidad de unir, aunque sea de una manera alegórica, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la sabiduría y la ignorancia, el cielo y el infierno, etc. Estas cuestiones metafóricas, tan habituales en el ocultismo, en la masonería, o en las religiones, destacan el acto de la transición (de la trascendencia). No hay un planteamiento de comunicación entre dos mundos sino la magnificación del hecho de atravesar la puerta. Un caso concreto de acontecimiento conmemorativo y festivo que, utilizando la noción de Puerta, alcanzó un gran simbolismo durante el Imperio romano, perdurando durante muchos siglos: la ceremonia del paso de un Arco de Triunfo. El acto inaugural de un Arco de Triunfo celebraba una victoria bélica, lo cual implicaba ensalzar al dirigente que la había obtenido, recibiendo tanto reconocimiento para su ego como afirmación de su poder; también reforzaba la autoestima de las tropas supervivientes; y, por supuesto, potenciaba en el pueblo el sentimiento orgulloso de pertenencia al colectivo, esto último era importante porque las celebraciones se repetían en fechas señaladas para evocar una figura, inmortalizada por residir en la mente social, o un acontecimiento inolvidable. Toda conmemoración supone avivar el recuerdo en la comunidad de manera que al activar su memoria se refuerza notablemente la identidad del grupo social, del pueblo.

¿Por qué los romanos utilizaron como escenario ceremonial el Arco triunfal, un elemento que parecía una puerta sin serlo? La respuesta es una metáfora, una relación entre dos realidades diferentes pero que guardan una relación entre sí. En este caso, la realidad “presentada” es el cruce de una “puerta”, mientras que la “representada” sería la victoria bélica, la conquista y sometimiento del enemigo. El vínculo entre ambas realidades parte de la asimilación de la victoria obtenida en la batalla o en la guerra con la toma de una ciudad. Conquistar la ciudad era la confirmación del triunfo que se manifestaba con el ingreso de los ejércitos vencedores en el interior del recinto urbano dominado. El éxito militar se concretaba en los residentes sojuzgados, los gobernantes sometidos, las riquezas confiscadas, los territorios anexados, y todo ello se simplificaba en el acto de atravesar la puerta que antes estaba cerrada, intentando resistir los embates de los atacantes. Así los logros de la conquista se focalizaban en el hecho de traspasar la puerta del enemigo y su celebración se realizaba representando el paso de otra puerta, un pórtico simbólico que era también cruzado por el ejército vencedor y por sus generales victoriosos. Las ceremonias que acompañaban a la inauguración del Arco eran fastuosas, y se acompañaban de elaborados rituales y apoteosis festivas. Luego, el Arco quedaba como testimonio del acontecimiento que lo había originado y su presencia en el centro de la ciudad se encargaba de recordarlo, con abundantes iconografías y epigrafías que ensalzaban, sobre todo, al gobernante que lideró la victoria.
Esto es así puesto que, aunque admitieran el paso a su través -al igual que las puertas-, atravesarlos no era un acto funcional sino ceremonial, que ocurría en la inauguración y en algunas ocasiones especiales. Así, su esencia es otra, ya que su papel es celebrar y, sobre todo, conmemorar. Por eso, los Arcos de Triunfo no se encuentran en las entradas de las ciudades sino en su interior. Su denominación “arco” hace referencia a su esencia constructiva, resultando curioso que estos elementos monumentales no hayan sido bautizados con un nombre específico, y sean conocidos por esa característica formal, aunque aderezada con el calificativo “de triunfo” para expresar su función representativa. Quizá la elementalidad de la denominación buscara recordar el propio arco guerrero, un arma que gozaba de prestigio y de una fuerte simbología. Los Arcos de Triunfo se comenzaron a levantar en la época romana. Su objetivo era celebrar victorias en campañas guerreras y honrar a gobernantes. Así, el Arco se levantaba para que las tropas vencedoras pasaran por debajo de él, recibiendo el homenaje de sus gentes. Tras el estreno ritual, el arco, construido en piedra, permanecía como testimonio del evento o del personaje. Ahora bien, los griegos entendían por héroe al gran hombre divinizado por sus acciones extraordinarias como personaje central de la vida… vista como un poema épico. Aquel ser que en medio de tantas adversidades asombra por su triunfo; valiente porque posee la fe de los grandes ideales de la humanidad cuya evidencia transmite el mensaje de la fuerza sobrehumana como una virtud de su alma. Un personaje que solo tiene cabida en la mente de aquellos que saben amar con sinceridad y desinteresada bondad; y saben apreciar la belleza, la virtud y la fuerza del espíritu: Francisco de Miranda y Bolívar son prohombres en este sentido histórico de su transcurrir y construir Patrias.
Este sentido recordatorio, va dirigido a un pensamiento: cuanto falta a los políticos bolivianos -sin distinguirlos- para que pasen -por lo menos- bajo un dintel. Cualquiera sea éste. Hubo alguno que se hizo un museo -estando vivo-, otros al igual que muchos, sólo atinaron a robarse lo que pudieron, desde libras esterlinas, la vajilla de la residencia presidencial, hubo quién casi deja que se roben la medalla presidencial, otros incursionaron en el narcotráfico y han desarrollado relaciones asociadas con los carteles del submundo narco, hubo quienes propiciaron sabiéndolo o no la peor crisis económica de la historia boliviana; casi todos ellos, se dejan arropar con guirnaldas, fingen felicidad -tal vez lo sientan- al entregar obras hechas con dineros públicos, no con los suyos propios; se toman miles de fotografías, imprimen miles de hojas con su fotografía, llenan los medios con su imagen, graban sus discursos e imágenes, componen “sus canciones” en época electoral -insulto y banalidad-, derraman por doquier palabrerío y verborrea, que refleja e intermedian entre lo que son varios: mediocres, fracasados, perdedores. Alguno de ellos, o todos juntos, tendrán la peregrina idea del significado de un Arco de Triunfo.?, cuando solo atinan a dejar en plaquetas de inauguraciones de obras, su nombres que a la postre no tienen ningún significado para la historia boliviana, porque su paso, no genera historia, desarrollo, felicidad social, alegrías o satisfacciones colectivas que siempre se conmemoren; las más de las veces, sólo han provocado escándalos, perversidades, corruptela, atrasos sociales, económicos, jurídicos, irrespeto la ley y desarrollo humano o político. Su intrascendencia es patética. Sus legados, si es que dejan, son vergüenzas.
Otto von Bismarck, político alemán de finales del siglo XIX, acuñó la famosa frase de que: “El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Lo anterior le permitió a Winston Churchill cincuenta años después declarar que “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”, y esto es todo lo contrario en los casos concretos de Hugo Chávez en Venezuela, Cristina Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua entre algún otro mandatario incluyendo a los hermanos Castro de Cuba, ya que allí no piensan, como dijo Churchill, en próximas elecciones y por si acaso, tampoco piensan en las próximas generaciones. Lo propio sucede con la caterva de “lideres” que están en carrera para las próximas elecciones nacionales.