Fuente: France24.com
En la ciudad boliviana de La Paz, una de las capitales ubicadas a mayor altitud del mundo, 3.600 metros sobre el nivel del mar, hay diez veces menos contagios por coronavirus que los reportados en la próspera y pujante Santa Cruz, ubicada a 400 metros sobre el nivel del mar en el este del territorio boliviano. ANUNCIOS
Los datos están provocando una controversia entre científicos nacionales y del exterior, expertos en salud pública y en la misma población por la supuesta protección frente al coronavirus que brindaría vivir a gran altitud, aunque hay médicos que ven las teorías al respecto con cautela o escepticismo e insisten en no aflojar las medidas de seguridad.
El científico boliviano Gustavo Zubieta, director del Instituto Pulmonar y de Patología de la Altura (IPPA); su hija, la investigadora Natalia Zubieta, y el también boliviano Jorge Soliz, científico de la Universidad de Laval, de Quebec, han postulado la supuesta protección de la altitud en publicaciones que despiertan interés dentro y fuera del país.
“Como tenemos niveles tan altos de radiación ultravioleta, tenemos un efecto esterilizante sobre todo lo que cae. Esto juega un rol fundamental en esta pandemia”, afirmó Gustavo Zubieta en declaraciones a France 24.
El experto viene defendiendo la tesis del efecto desinfectante de los rayos ultravioleta a gran altitud hace dos años, pero sus nuevas publicaciones han tenido mayor eco y relevancia a la vista del menor número de contagios en zonas de gran altitud en Bolivia comparados con los del llano y la zona amazónica.
“Donde cae el sol se está esterilizando y eso disminuye la cantidad del contagio. Hay menos virus en el ambiente en la altura”, insistió, para luego anotar que la sequedad ambiental en la altitud también juega a favor de esa teoría.
Además, según el aporte de Soliz, quienes se han adaptado a vivir en la altitud tienen menos niveles de la enzima ACE2, que funcionaría como una puerta de ingreso del virus a los pulmones, lo que añadiría protección frente a un posible contagio.
“Los virus no pueden ingresar tan fácilmente como lo hacen a nivel del mar hacia el pulmón”, aseveró el director del IPPA al comentar el trabajo de su colega.
Las hipótesis tienen eco en los medios y muchas personas las han considerado como una explicación de por qué los contagios no han explotado en La Paz o en la ciudad vecina de El Alto, situada a 4.000 metros sobre el nivel del mar, donde la informalidad económica es grande y ha empujado a mucha gente a salir a las calles desoyendo la cuarentena que el país vive desde mediados de marzo en distintos grados.
El grupo de científicos bolivianos publicó en abril el estudio ‘¿La patogénesis del virus SARS-CoV-2, disminuye a gran altitud?’ analizando datos de Bolivia, Ecuador y el Tibet, y prepara, según anticipó Zubieta, una segunda publicación que muestra la disminución de la Covid-19 a medida que aumenta la altitud en un número mayor de países, que incluirá a Colombia y Perú.
Desde que Bolivia registró oficialmente el primer caso de coronavirus el 10 de marzo pasado, se han reportado 25.493 casos y 820 muertes hasta el 22 de junio, aunque muchos médicos han alertado que posiblemente esa cifra no refleje la realidad porque hay un bajo número de pruebas o test y problemas con el funcionamiento de los laboratorios.
Hasta esa fecha, los departamentos andinos reportaron las siguientes cifras: La Paz, 1918 casos; Oruro, 599 y Potosí, 546. Al contrario, las dos regiones del llano o la amazonia más golpeadas tienen este registro: Santa Cruz, 15.067, y Beni, 3.679
Natalia Zubieta: «Los parámetros en la altura son distintos a los del llano»
La investigadora Natalia Zubieta destacó la posición privilegiada que ofrecen La Paz y El Alto para los estudios sobre los efectos de la altitud en grandes poblaciones (hay dos millones en ambas urbes).
Según la científica, a lo largo de la historia los parámetros de vida a nivel del mar son los considerados como normales “y todo lo que salía de esos rangos se consideraba patológico o anormal”, pero los habitantes de la altura tienen una serie de parámetros distintos que deben ser interpretados con una perspectiva diferente, según indicó.
“Con estos mismos valores en lugares más bajos hay gente que entra incluso a terapia intensiva y nosotros vivimos de manera normal”, apuntó la investigadora del IPPA, institución que lleva medio siglo estudiando los efectos de menor presión barométrica y la tolerancia a la hipoxia de la población boliviana.
La adaptación a la altitud con el aumento de los glóbulos rojos que mantienen la oxigenación también es una ventaja para la gente que vive en la altura, explicaron.
Otros ven con cautela y escepticismo la supuesta protección que ofrece la altura
Uno de los escépticos con los planteamientos sobre el supuesto efecto benéfico de la altitud es el exministro de Salud Guillermo Cuentas, que señaló en declaraciones a France 24, la alta incidencia de contagios del virus en dos municipios mineros ubicados a casi 4.000 metros de altitud como una evidencia contraria a esas hipótesis.
Lleve las noticias internacionales a todas partes con usted. Descargue la app de France 24
“Si yo mido la tasa de ataque entre el municipio de Llallagua y el municipio de Huanuni que están en la altura, que tienen rayos ultravioletas y todas las características que se quieren dar como un ejemplo de bajo número de casos en La Paz, estos dos municipios desmienten categóricamente el hecho”, señala el experto en salud pública.
Acerca de los niveles de la enzima ACE2 entre los habitantes de la altitud, Cuentas pidió investigaciones en Bolivia para concretar esas mediciones, tomando en cuenta que muchas de las hipótesis de los últimos seis meses han causado confusión en la población.
En ese sentido, citó las contradicciones y retractaciones en el debate científico sobre la Hidroxicloroquina, y el caso del antiparasitario Ivermectina, que en la zona amazónica de Bolivia ha causado intoxicaciones al haber sido consumido masivamente.
Son dos casos que ilustran cómo pese a que la ciencia se ha volcado en el mundo a estudiar esta patología, cada día sigue sorprendiéndose con nuevos hallazgos y desafíos.