CULTURA COLECTIVA
¿Imaginarías que Jesucristo tuvo tres hijos y murió hasta sus 106 años? Pues ésta es parte de la historia que los japoneses creen.
Para todos aquellos que crecieron en países mayoritariamente creyentes del cristianismo, la historia de la vida de Jesucristo termina en su resurrección y ascensión a los cielos. Sin embargo, para miles de personas en Japón, la vida de Jesucristo no terminó ahí.
La teoría japonesa relata la historia de Daitenku Taro Jurai (Jesucristo para el resto del mundo), quien llegó a Japón con la intención de estudiar teología a sus 21 años. Durante su estadía aprendió las costumbres niponas, así como el idioma bajo la tutela de un gran maestro que habitaba en la cercanía del Monte Fuji y así lo hizo hasta que cumplió 33 años —es decir, durante su periodo de vida que no se incluye en el Nuevo Testamento— cuando decidió volver a Judea.

En verano suele organizarse el Festival de Jesús. / Smithsonian. Cualquiera pensaría que entonces sucedió su crucifixión y resurrección; sin embargo, de acuerdo a esta teoría, en realidad Daitenku logró eludir a los soldados romanos y quien pereció en la cruz fue el hermano menor: Isukiri. La historia de Isukiri es casi inexistente, por lo que no se conoce su motivación para tomar el lugar de Jesús o qué fue de él en los años previos a la crucifixión.

Sin embargo, la vida de Jesús como Daitenku está mucho más documentada. Por ejemplo, se sabe que una vez se exilió en Japón para huir del régimen romano portando consigo poco más que las orejas de su hermano, así como un mechón del cabello de la Virgen María; se casó con una mujer llamada Miyuko, con quien tuvo tres hijas y se dedicó a crecer ajos en una porción de tierra. No fue hasta sus 106 años de vida que Daitenku falleció y siguiendo la costumbre, su cuerpo quedó expuesto en un monte durante cuatro años hasta que sus huesos fueron enterrados. El sitio de su entierro actualmente es considerado un lugar sacro por los miles de visitantes que viajan hasta la región de Shingo, para conocer este extraño paradero.

Además de esta teoría, se suman los supuestos familiares de Daitenku, quienes claman ser descendientes de Jesucristo, aunque son practicantes del budismo, por lo que en una celebración tan mítica como la de la Navidad no suelen hacer ningún tipo de festejo. Del mismo modo, el museo que se ha levantado en Shingo en honor a la presencia de Daitenku no sólo explica la vida de Jesús, sino también de cómo Shingo fue un lugar de llegada para una de las tribus perdidas de Israel. Lee más: 25 fotografías de Jacob Hodgkinson de la tribu japonesa que sueña con ser chicana
A pesar de que la evidencia existente en el museo que soporte tales teorías —como unas escrituras que suponen ser el último testamento de Jesús, pero cuya versión original fue destruída en la Segunda Guerra Mundial— algunos estudiosos identifican el fenómeno que ocurrió en Shingo como parte de la la propia cultura japonesa. Richard Fox Young, un profesor de historia religiosa en Princeton, explica:
«Tiene más que ver con el folclor religioso japonés y su esponjosidad—su capacidad de absorber todas y cualquier influencia, usualmente sin coherencia, incluso en su interior».
En la cultura japonesa, en particular cuando se trata del folclor, es común encontrar la influencia exterior entremezclada con la propia, lo cual es un síntoma bastante inusual considerando que Japón se mantuvo cerrado por sigulos al resto del mundo, al grado que los cristianos en algún momento fueron ampliamente perseguidos y castigados. Frente a la teoría de este Jesús japonés, en realidad existen pocas evidencias convincentes; sin embargo, su fama ha provocado el desarrollo del pueblo de Shingo.