Noticias El Periódico Tarija

Lo que pasó con los ahora cinco ex funcionarios de la Sub gobernación de la provincia Cercado es sólo un botón en la cadena de abusos que se cometen desde cargos públicos, aquí no sólo se usó indebidamente un vehículo oficial sino que se lo hizo en estado de ebriedad, además de eso se agredió a un policía que intentaba imponer la ley. Pueden tejerse mil conjeturas y especulaciones sobre que seguro no fue la primera vez que sucedía, que ya se usaban movilidades públicas de esta manera, etc., lo cierto es que pasó y el hecho es muy grave. La forma en que actuó el Sub gobernador Jhonny Torres es la correcta aunque dudamos que por su cargo, sólo deba llegar hasta la destitución de quienes protagonizaron este vergonzoso hecho, seguro tendrá que interponer otras medidas de corte legal para cuidarse el mismo, ya que se incurre en faltas tanto por comisión como por omisión.

La historia de mal uso de los bienes del Estado es larga, lamentablemente en una gran mayoría de casos quien ha llegado a cargos públicos piensa que se convierte en «dueño del mundo» y de cuanto en él pueda encontrar. Desde funcionarios intermedios hasta las cabezas, se aprovechan de las circunstancias y de los benéficos que significa ser autoridad para utilizar la cosa pública como si fuera propia, basta hacer notar cuantos abusan de vehículos del Estado para llevar y recoger a sus hijos al y del colegio, es lo más normal, ni que decir que la esposa del jefe vaya de norte a sur en un auto que pagamos todos y con chofer particular incluido. Se han conocido casos en los que hasta se hizo «el mercado» en movilidades públicas, en ciudades pequeñas como la nuestra estas situaciones se hacen por demás evidentes. En un tiempo fue tan natural que ya nadie veía con malos ojos que se actúe así.

Por otro lado tenemos el uso de estos vehículos en actos oficiales que derivan en festejos con trago y fiesta, con choferes pagados por el Estado que deben esperar eternamente mientras «sus jefes» la pasan lindo, peor aún si no hay choferes y se conduce un vehículo oficial en estado de ebriedad, irresponsabilidad total. Hay dos caminos para comenzar a cambiar, uno es aquel que nos dice que a quien se lo sorprenda en conductas como las descritas, se le debe aplicar todo el rigor de la ley. El otro consiste en que simplemente nuestras autoridades, nuestros líderes, den el ejemplo, demostrando que si se puede usar esos bienes sólo para trabajar en lo que mandan sus funciones, no usando a los choferes como si tuvieran la obligación de atender y llevar a todos los de la familia donde gusten.