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MADRID

Cristiano Ronaldo marcó su segundo hat-trick de la temporada al Atlético de Madrid para dar un paso de gigante hacia la final de la Champions League gracias a la victoria por 3-0 del Real Madrid en la ida de la semifinal disputada este martes en el Santiago Bernabéu.

Podía haber picado el orgullo de los hombres del Cholo si los nervios se lo hubiesen permitido. El Atlético salió indeciso y con algo de ansiedad, algo que sólo podía ayudar al conjunto local.

El Real Madrid funcionaba como una máquina perfectamente afinada y a máxima potencia. En menos de cinco minutos ya habían avisado dos veces. Encontró poca resistencia en las bandas, especialmente la de Marcelo, donde Lucas Hernández, jugando a pierna cambiada a falta de un lateral diestro sano en las filas colchoneras, se veía desbordado. Corría apenas el minuto diez cuando a la tercera llegada de peligro, el Real Madrid tomó la ventaja ayudado por un error defensivo de los visitantes.

Con los diez hombres de campo del Atlético metidos en el área, Sergio Ramos intentó un disparo desde fuera. La zaga logró despejar, pero el balón le cayó a Casemiro, que de primera centró para Cristiano, que al verse sin marca apenas se elevó en un salto para poner el 1-0 de un cabezazo.

Al Real Madrid, que hasta ese momento había sido el equipo que mantenía la cabeza fría, le empezaban a traicionar los nervios. Por una vez hicieron un trabajo impecable en defensa – incluido Keylor, que arrebató un balón limpiamente a Gameiro cuando se colaba sólo en el área – y no habían permitido un solo disparo del Atlético, pero temía que el 1-1 llegara en cualquier momento.

Para mayor preocupación merengue, Dani Carvajal se marchó lesionado tras una mala caída.

El descanso permitió que los merengues recuperaran la compostura. Para el Atlético la situación no cambió gran cosa: no podían, realmente, darse el lujo de enfocar sus esfuerzos en ataque y ya en esas raras ocasiones en que lograban hacerse con un balón seguían sin encontrar la manera de liberar a Griezmann, que tenía a tres blancos encima permanentemente, o donde llegar hasta Keylor.

El Real Madrid, que crecía en seguridad conforme pasaban los minutos, acechaba permanentemente a Jan Oblak hasta que, casi por inercia, Cristiano marcó el segundo tanto a poco más de 15 minutos del final.

El Atlético, de nuevo, cometió el grave error de descuidar al ‘7’, que batió al esloveno con un derechazo desde la media luna después de que Benzema le cediera el balón – el último en tocarla en una serie interminable que acabó por marear a los colchoneros.

El tanto drenó de energía y esperanzas a los hombres del Atlético; eran la viva imagen de la frustración. Simplemente de luchar. Apenas corrían y siempre detrás del balón. Como si intuyeran que la sangría no había acabado, dieron una oportunidad de oro para que Cristiano firmara su hat-trick al dejarlo solo otra vez dentro del área para que recibiera un pase retrasado y con toda comodidad pusiera el 3-0 definitivo a los 86′.