La herencia que le dejan a Óscar Montes en la gobernación no es nada halagadora ni tranquilizadora, él mismo dijo que “ no hay ni para comprar una hojarasca, que no hay ni para caja chica, que tuvieron que hacer “vaquita” para el acto de posesión”, claramente el nuevo gobernador se refiere a los recursos económicos de la Gobernación. Ya hace meses atrás Mauricio Lea Plaza, flamante vice presidente de la Asamblea Departamental, manifestaba que esta institución estaba en quiebra y el propio Adrián Oliva y sus colaboradores lo negaban. Parece que así es nomás, Montes lo dijo, ahí se abre un enorme desafío para la nueva autoridad.
Hay un sin número de compromisos que cumplir, en especial con proveedores de la Gobernación, empresas de toda índole, hasta medios de comunicación, sueldos por pagar, contratos por hacer, se dice que el 70% del personal de salud del hospital San Juan de Dios está sin contrato en medio de la pandemia. Y eso es lo que se ve, la punta del “iceberg”, ¿ que más se encontrará cuando se ordenen los trastos y papeles que al parecer la gente de Oliva dejaron regados por todo lado?
Lo que se debe analizar es qué actitud tomará Óscar Montes ante esta realidad que más que lo complica. Hasta ahora nadie del entorno de Oliva salió a desmentir lo que dijo aquel, tendremos que asumir que es verdad. Irónico, porque la gestión de Adrián Oliva pasó años quejándose del desbarajuste que heredó supuestamente de Lino Condori y aparentemente no se tuvo empacho alguno en dejar las cosas igual o peor a su sucesor.
Óscar Montes debe decirle a la gente cómo dejaron la gobernación, de frente y sin tapujos, porque corre el riesgo de enlodarse con los líos de la gestión anterior y el pueblo le pasará factura y le pedirá explicaciones. Se valorará más su apertura y transparencia si es que de mensajes se trata, al margen de convenirle personal y políticamente.
El otro frente que tiene Montes es el del Gobierno nacional, que no debe estar nada contento al haber perdido la Asamblea Departamental también, en un juego de malabarismo que por primera vez deja al MAS sin el control de este importante ente. Se le abre la posibilidad de desmontar una serie de normas que pueden servir para maniatar a un gobernador opositor, la ley del 1% por ejemplo, es un fantasma gigante y peligroso que puede paralizar la gestión de inicio si a los municipios se les ocurre activar los débitos automáticos, recordemos que 8 de 11 están en manos del MAS y eso abre una ventana grande de riesgo de una eventual parálisis financiera que volvería inviable la gestión de Óscar Montes. Es urgente que el nuevo gobernador hable con el presidente Luis Arce y la política quede de lado en un momento en el que de verdad tenemos que entender que todos los bolivianos somos iguales y tenemos los mismos problemas, para eso precisamos autoridades que no confronten sino que coordinen y tiendan puentes para superar la crisis económica que nos afecta pero también la sanitaria que nos está matando.