Noticias El Periódico Tarija

Este es un 15 de abril de mayor certidumbre, con autoridades electas que esperan ser posesionadas para ejercer y comenzar a administrar el Departamento en todos sus niveles.

Es indudable que los más grandes signos de interrogación pesan sobre el gobernador electo Óscar Montes y el alcalde de la ciudad de Tarija, Johnny Torres. Desde que se eligen gobernadores y alcaldes, nunca se tuvo a ambas autoridades de la misma línea política, un hecho para destacar que puede resultar muy positivo tanto para Cercado como para Tarija toda, entendiendo que en la provincia vive casi la mitad de la población del Departamento.

La crisis económica ha superado la sanitaria y la gente está desesperada por una fuente de trabajo y lograr ingresos que le permitan sostenerse, la prolongada pandemia ha logrado que no haya cuerpo que aguante y la población salga a la calle a buscar cómo sobrevivir, para colmo Tarija registra los índices de desempleo y subempleo más elevados de Bolivia, justo cuando se cumplen 204 años de la batalla de La Tablada, hecho que marca nuestra historia de rebeldía y repudio a la tiranía e imposición.

Montes y Torres en particular tienen un reto que les pisa los talones pero sobre el que no tienen total control ni responsabilidad, reactivar la economía y es que la ciudad capital es una especie de termómetro de lo que pasa en el resto de los centros urbanos y porque no, rurales. No será fácil y lo recomendable es que ambos hagan que la gente tenga los pies sobre la tierra para que no espere milagros ni fórmulas mágicas de la noche a la mañana. La situación actual no apareció de una rato a otro, la fueron construyendo malos administradores de lo mucho y de lo no tan poco, que se pasaron por lo menos seis años vendiendo humo y victimizándose para tapar su ineficiencia y el tiempo dirá qué más. Lo cierto es que hoy el panorama es complejo pero existe gran expectativa en la población por una mejora sustancial de su situación personal y familiar, ahí es importante que se busque el equilibrio, para que el éxito electoral no se transforme en desencanto y reclamo más antes que después.