“Llegará un día en que cualquier persona pueda comprar la penicilina en las tiendas. Entonces existirá el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente tomar una dosis insuficiente, y que al exponer a sus microbios a cantidades no letales del fármaco los haga resistentes”.
Estas palabras proféticas fueron pronunciadas por Alexander Fleming el 11 de diciembre de 1945, en el discurso que ofreció durante la ceremonia de concesión del premio Nobel.
En la actualidad, las bacterias resistentes a los antibióticos son responsables de 700 000 muertes al año. La situación no va a mejorar y se estima que en el año 2025 muchos de los antibióticos habituales serán ineficaces frente a las llamadas “superbacterias”. La globalización favorece que los nuevos tipos de resistencia a los antimicrobianos traspasen las fronteras y se extiendan sin apenas esfuerzo por los continentes. Estas se propagan a una velocidad vertiginosa y el creciente aumento de la resistencia a los antibióticos ya está desbocado, amenazando con originar una crisis sanitaria crítica a nivel mundial.
Es fundamental advertir a la sociedad sobre el fenómeno mundial de la resistencia a los antibióticos. Por ello, en una reunión celebrada en mayo de 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidieron que, a partir de 2020, la Semana mundial de concienciación sobre el uso de los antimicrobianos se celebrará todos los años del 18 al 24 de noviembre. El lema será «Antimicrobianos: manéjalos con cuidado».
El problema principal es que nos estamos quedando sin alternativas con las que tratar patógenos específicos, en particular aquellos que causan infecciones adquiridas en el hospital, pero que tienen potencial de extenderse por toda la comunidad. Esto indica que la resistencia a los antibióticos podría convertirse en una catástrofe global que, de momento, no muestra signos de disminuir.
Las predicciones apuntan que para el año 2050 las superbacterias pueden causar 10 millones de muertes anuales en todo el mundo. Además, los problemas de salud derivados de las resistencias a los antibióticos podrían costarle al planeta un billón de euros anuales en atención médica, lo que conduciría a una reducción de entre el 2 % y el 3,5 % en el producto interior bruto.
La OMS ha listado a las bacterias patógenas multirresistentes en tres grupos de prioridad:
- El grupo 1: prioridad crítica. Incluye a Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y algunas enterobacterias como Klebsiella pneumonie, Escherichia coli y varias especies de los géneros Serratia y Proteus. Todas ellas son resistentes a los carbapenémicos.
- El grupo 2: prioridad elevada. Incluye a Enterococcus faecium (resistente a la vancomicina), Staphylococcus aureus (resistente a la meticilina y con sensibilidad intermedia y resistencia a la vancomicina), Helicobacter pylori (resistente a la claritromicina), Campylobacter spp. (resistente a las fluoroquinolonas), Salmonella (resistente a las fluoroquinolonas) y Neisseria gonorrhoeae (resistente a la cefalosporina y a las fluoroquinolonas).
- El grupo 3: prioridad media. Incluye a Streptococcus pneumoniae (sin sensibilidad a la penicilina), Haemophilus influenzae (resistente a la ampicilina) y Shigella spp. (resistente a las fluoroquinolonas).
Resistencias que llevan décadas fraguándose
En la década de 1980, se descubrió que algunas cepas de Klebsiella pneumonie eran resistentes a muchos antibióticos betalactámicos, grupo al que pertenece la penicilina y que son de los más recetados. Las cepas de Klebsiella pneumonie eran capaces de producir unas enzimas llamadas betalactamasas que inactivaban químicamente a los antibióticos betalactámicos. Este fenómeno anunció la primera ola de resistencia a los antibióticos observada en esta bacteria.
FUENTE: MUY INTERESANTE