Noticias El Periódico Tarija

La Fiesta Grande de Tarija ya termina, nuevamente las calles se llenaron de chunchos promesantes que como cada año bailan sin cesar, cada vez son más, sus colores alegran con melancolía el ambiente, se siente su paso que hace temblar los corazones de la gente. La fuerza de la Fe no se puede medir, es capaz de romper las barreras más duras, aquellas que se forman en el corazón, aquellas que enfrían el alma y congelan las palabras, esa fe que mueve a todo un pueblo, que lo pone de rodillas. La devoción del pueblo tarijeno tiene uno de sus puntos más altos en la Fiesta de San Roque, se la lleva muy adentro, no es una tradición más, por eso Tarija se prepara para su llegada, para ver al santo salir de su templo y bajar precedido por cañeros, tamborilleros y una procesión impresionante de seres cargados de fe. Las personas se detienen para persignarse mientras siguen con la mirada a Roque Santo peregrino, los chunchos parecen una guardia de honor que lo acompaña por donde va. Esa es la fuerza que une al pueblo, es la que por momentos detiene todas las disputas, pone en pausa la política, es cierto que se trata de una festividad muy del valle central y no así del resto de las provincias pero aún así se respeta y quien viene de otro lado se maravilla por el espectáculo pero más por la historia que es el origen de todo. Turistas de diferentes países y lugares se encuentran entre los miles de espectadores que cada día son parte de la fiesta, una fiesta diferente, sin alcohol ni abusos de por medio, que trata de no perder su autenticidad a pesar de que mientras más grande se vuelve sufre el riesgo de desnaturalizarse. 
Los organizadores cada año tienen más problemas para controlar el número creciente de quienes quieren bailar por la promesa hecha a San Roque, para evitar los conflictos entre los mismos chunchos que parecen olvidar lo que los motiva. Tarija palpita con su fiesta Grande, vibra con los chunchos a los pies de su santo, llora con la despedida y el juramento de volver el próximo año, para cumplir esa promesa o tal vez para comenzarla.