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SAÚL CARDOZO/ BOLINFO/ TARIJA
(elPeriocido- enero 07/2018)
“Todavía recuerdo el sonido del golpe y la visión de la sangre. Es algo que se quedará conmigo para el resto de mi vida”, relata Marco, al recordar que pagó con creces haber atropellado a una mujer el 2011, cuando realizaba el recorrido El Valle- Tarija.
En la cárcel fui el encargado de arreglar las tuberías y tapar los agujeros infectados; sin embargo, ni ese castigo es suficiente, dice el entrevistado, al recordar como atropelló a una mujer en la carretera hace siete años atrás.
Marco cumplió una sentencia de 5 años de prisión por homicidio culposo.
“No fue fácil superar todo lo que pasé. En las audiencias, cuando me preguntaban qué había pasado, conté una historia que se me grabó en la cabeza y estoy seguro que fue eso lo que pasó; sé que había alguien conmigo en el micro antes y después de atropellar a la joven, pero no me creyeron”, contó.
Marco cuenta que él trabajaba manejando un micro, recogía y llevaba empleados de una empresa ubicada en el camino a El Valle. Recuerda que el micro ese día estaba vacío y que el sueño empezaba a vencerle, cuando de repente por el retrovisor vio a una chica sentada dentro del vehículo y de pronto una joven se cruzó en la carretera y no pudo evitar atropellarla.
“Acababa de terminar mi turno de noche, únicamente debía dejar el autobús en el garaje antes de regresar a mi casa, un trayecto de unos 25 minutos (saliendo de la ciudad) que siempre se me hacían eternos y no sé cómo me sucedió, a pesar que ya desde unos días atrás me sentía cansado y pensaba que iba a agarrar mis vacaciones”, recordó.
Cuenta también que mientras transportaba pasajeros, su trabajo era entretenido, siempre podía escuchar las conversaciones de los demás o entretenerse mirando a alguna moza por el espejo retrovisor. Pero, con el autobús completamente vacío, los minutos se volvían horas.
“Me dormí apenas unas décimas de segundo, tiempo suficiente para perder el control del autobús y pegarme el susto de mi vida al encontrarme en mitad de la carretera a una chica que trataba de esquivar a los vehículos y a otra que veía dentro del bus”, añadió.
Indicó que a la velocidad a la que iba, todas las maniobras que hizo fueron en vanas, puesto que incluso pisando el freno hasta su tope, el micro arrolló a la joven. “Pude escuchar el sonido de las ruedas destrozando los huesos de su delicado cuerpo”, relató Marco, quien seca las lágrimas de su mejilla con su camisa.
Agregó que luego pudo observar que no había nadie cerca que hubiese visto el accidente y miles de ideas se juntaron en su cabeza. Se imaginó en la cárcel y sin nadie que pudiera llevar el pan a la mesa de sus dos hijos.
Asustado y aún confuso, escapó de allí sin bajarse del autobús y en su huida no respetaba señales de tráfico ni los límites de velocidad.
Una fuerte culpa le oprimía el pecho y como por instinto miró por el espejo interior del vehículo, no había nadie en los asientos pero sentía que “dos ojos le punzaban en la nuca, como si alguien le mirara fijamente”.
“Por el retrovisor vi que en el último asiento había una chica sentada que no dejaba de mirarme, giré mi cabeza para ver sin usar el espejo, pero no había nadie. Temblando y con el cuerpo casi paralizado por el miedo, regresé la mirada a la carretera, pero casi involuntariamente volví a mirar por el espejo. La chica se levantó y comenzó a avanzar hacia mí, de nuevo giré para ver y no había nadie”, contó.
Marco se giraba una y otra vez para mirar la parte trasera del micro, no había nadie, pero él sabía que alguien estaba ahí, porque podía sentir una presencia, ya no se atrevió a mirar el retrovisor, que “parecía tener algún extraño vínculo con el mundo de los muertos”.
“Miré varias veces, la chica no se había movido desde la última vez, estaba en el mismo lugar, como congelada, pero al regresar la mirada sentí el frío más intenso que jamás pude imaginar, de repente giré bruscamente el volante, perdí el control del micro y choqué con un árbol, desde ahí no recuerdo nada más, sólo que estaba en el hospital”, mencionó.(eP)

EL APUNTE
Despertó en medio de policías
Marco, indicó que despertó un día después en el hospital, donde la mirada incriminatoria de una enfermera le alertó de que algo iba mal, deseaba que todo fuera tan sólo un sueño, o mejor dicho una pesadilla. Entonces una pareja de policías que habían estado esperando en la puerta de su sala apareció luego de que la enfermera les comunicó que había recobrado la consciencia.
Al ver luego la fotografía de la mujer fallecida, vino a su mente que minutos antes y después del accidente la vio sentada dentro de su micro.
“Es como un fantasma que vi, porque pude ver a la chica antes de atropellarla, y también después; a veces la sigo viendo como si me recordara lo que hice”, finalizó Marco, pidiendo perdón a Dios. (e