Noticias El Periódico Tarija

La manera en la que usamos mucho de lo que nos rodea habla por nosotros, dice de nosotros… y no dice bien. El hacer caso omiso a lo que sabemos que está mal nos conduce a tomar decisiones equivocadas. Nuestras quebradas no solo son vivienda para cientos o miles de indigentes afectados por el alcohol, sino también enormes botaderos de escombros que complican la calidad de vida de las personas y dan un muy mal aspecto de la ciudad y sus ciudadanos. Todos estos elementos contribuyen a que cuando el cauce del agua sube, en verano especialmente, las consecuencias sean mayores al arrastrar consigo lo que encuentran trata su paso.

Al no tener donde arrojar los desechos de nuestra vida diaria, elegimos hacerlo en las quebradas que cruzan la urbe, una señal de falta de compromiso con su cuidado y desarrollo. La gran mayoría de ellas no cuentan con avisos prohibiendo depositar basura, aunque no debería ser necesario ante la evidencia de la mala acción. De seguro existen buenos ciudadanos que se preocupan y luchan contra estos malos hábitos pero poco pueden hacer para impedir que sucedan. Es el municipio el que debe ejercer mayor control, en lugares como estos sí se precisan cámaras de vigilancia que identifiquen a las personas o vehículos que transportan los escombros y la aplicación de fuertes multas, además de la exposición pública como una especie de sanción civil. De hecho que es preciso encarar una campaña de concientización, destacando los valores que deben regir el buen funcionamiento de una ciudad y el comportamiento de sus habitantes… en otros lugares no sería necesario, en Tarija lastimosamente si.