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ECOOSFERA

Las manos de cada persona, como otros rasgos únicos en cada individuo, contienen muchísima información. No hablamos sólo de información acerca del futuro, sino más bien del pasado y el presente. Cuestiones que van, por ejemplo, desde la personalidad hasta la propensión a contraer una enfermedad.

Se ha demostrado que la correlación entre el largo del dedo anular y el índice es uno de esos rasgos informativos. Y es que esta medida es un indicador de la mayor o menor exposición prenatal que cada uno tuvo a las hormonas sexuales. Al tratarse de la testosterona y del estrógeno –las hormonas masculina y femenina–, y jugar éstas un papel clave en el desarrollo del organismo y la psique, esto tiene implicaciones físicas y mentales tanto en hombres como en mujeres.

¿Cuáles son las tendencias sexuales que determina este rasgo?

Un hombre con un dedo anular largo probablemente tendrá una cara más atractiva, será más atlético e, incluso, podría tener un pene más largo. Una mujer con el dedo anular igual que el índice quizá tenga caderas más gruesas o senos más grandes. Y es que esto no es una cuestión de estereotipos: resalta, más bien, lo que son primigenios rasgos atractivos para una mayor posibilidad de reproducción sexual.

En esto se basa un estudio reciente que afirma que esta medida puede usarse también para saber la orientación sexual.

Según el estudio, publicado en Archives of Sexual Behavior, las mujeres que tienen dedos índice y anular de distintas medidas son más tendientes a la homosexualidad. Los investigadores estudiaron a 18 pares de gemelas y 14 pares de gemelos. Como regla general, los gemelos tenían todos orientaciones sexuales discordantes –uno era heterosexual y el otro homosexual–.

En el caso de las gemelas, las homosexuales tenían dedos anulares más largos, como sucede en los hombres.

No obstante, en el caso de los 14 gemelos, los homosexuales también tenían dedos anulares más largos.

Así que la diferencia entre el dedo anular y el índice puede darnos cierta información sobre una persona, e incluso fungir como una pista para saber su orientación sexual. Pero lo cierto es que nada puede remitirse sólo a un rasgo físico, sea cual sea éste.

El estudio puede ser importante para conocer más sobre las correlaciones biológicas, neurológicas y físicas de nuestro cuerpo. Pero es un indicador que descarta muchas otras cuestiones que, en el caso de la orientación sexual, son definitorias. Además, da por sentado que nacemos con una orientación sexual, mientras que otros estudios han demostrado que, por lo menos neurológicamente, somos todos bisexuales –algo en lo que Freud también creía, basándose en estudios empíricos–.

Tal parece que nada está dicho, ni nada es seguro en el campo de la orientación sexual (excepto, quizá, una cosa distinta pero emparentada con esta cuestión: que la homofobía sí es una enfermedad). Pero hay que tener en cuenta que la cuestión de la orientación sexual va más allá de toda ciencia. Es, ante todo, una cuestión de condición humana: del desarrollo de una pieza clave de nuestro rompecabezas, como lo es la sexualidad. Algo que involucra fantasía, deseo, placer, gozo, amor… y que debe mantenerse como un espacio de libertad.