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SAÚL CARDOZO/ BOLINFO/ TARIJA
(elPeriódico- Septiembre 01/ 2018) Los últimos desastres naturales en el mundo, nos advierte que nadie esta salvo en la tierra y algo peor, es que en Tarija la población y las instituciones no están preparados para afrontar un desastre natural como terremotos o quizás vientos huracanados.
Lo último que piensan quienes construyen o adquieren bienes inmuebles en el mercado nacional, es que las edificaciones tengan previsiones antisísmicas.
De acuerdo al director departamental de Defensa Civil, Javier Gallo, en Tarija no están preparados para reaccionar ante un posible sismo, porque no se tiene esa cultura, “el hecho que no tengamos ahora presencia de sismos en el departamento hace que no tomemos las previsiones del caso”, aseveró.
Añadió que si bien la falla en la zona de Mandeyapecua está presente en el departamento, no hay una motivación por parte de las autoridades y de la población para tomar las previsiones ante esta posible amenaza.
“Se debe trabajar desde las unidades educativas y en las familias para tener respuestas adecuada si se presenta este tipo de eventos, además es lamentablemente el tipo de construcción en nuestros hospitales no responden a una construcción sismoresistente y es una llamada de atención que debemos subsanarla”, mencionó.
Gallo, dijo que, como Defensa Civil están prestos a brindar capacitación a la población para tener conocimiento de cómo actuar en caso de presentarse un sismo.
“Debemos tener un curso de capacitación, primero con las principales instituciones para que ellas nos puedan ayudar a socializar con la misma población sobre la temática y así poder llegar a la mayor cantidad de gente”, aseveró.
Según expertos, la ciudad de Tarija no es una zona considerada sísmica y el riesgo de que existan terremotos de consideración es mínimo; pero, parte del Chaco tarijeño presenta una grieta que hace pensar que en algún momento, ya sea en un año o varios años podrían sufrir algún sismo.
La Sociedad de Ingenieros de Bolivia (SIB), también coincidió en que no hay una preparación adecuada para responder a una emergencia generada por un terremoto.
Cabe destacar que el “sismo” que se registró el martes en Santa Cruz, que tenía una magnitud de 3.8 y una profundidad de 24.3 km, hizo reaccionar a esa población, quienes evacuaron sus viviendas como pudieron.
El presidente del Colegio de Arquitectos de Tarija, Pablo Aguirre, al indicar que los riesgos por sismos en la ciudad son mínimos, explicó que existen estructuras que se llaman sismoresistente y pese a que existe una normativa en la construcción no se están ejecutando porque “nadie sabe cómo”.
Sin embargo, resaltó que si bien no se da cumplimiento a la normativa, las estructuras de hormigón armado que se construye en Tarija tienen buenos cimientos.
“La falla que tenemos actualmente más cercano a la ciudad es en Yacuiba y eso puede suceder de aquí a un año como también puede suceder a 300 años”, dijo.

Para Aguirre las estructuras de Tarija pueden resistir a un sismo menor de 7 grados.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), estima que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, por lo que el reto de los gobiernos es conseguir que sean seguras. En ese sentido director de Gestión de Riesgos del Municipio, Boris Fernández, reconoció que en cuestión de prevención y de atención a desastres naturales ocasionados por un sismo, aún falta trabajo por hacer.

“Como Gobierno Municipal estamos haciendo una campaña de educación en algunos establecimientos educativos y centros comerciales para el tema de evacuaciones y nos falta capacitar con la implementación de nuevas tecnologías con personal técnico que nos tiene que impartir este conocimiento”, dijo.
Fernández, explicó que se coordina con instancias de otros departamentos para ver la forma de capacitar a los grupos operativos, para que no sólo tengan el conocimiento sino también el equipamiento necesario para cualquier contratiempo.

La Policía está capacitándose
El comandante departamental de la Policía Boliviana, coronel Freddy Gordy Soto, informó que el año pasado se tenía la información que en Tarija se podría dar un sismo, por ello se comenzó a capacitar a los funcionarios policiales.
“Primero se capacitó a la Unidad de Bomberos, luego a las demás unidades y también se tuvo una capacitación especial en Yacuiba que es el foco principal o de mayor riesgo”, dijo.
Gordy, indicó que también se capacitó a los nuevos policías que egresaran en el presente año para que tengan el conocimiento de cómo intervenir en este tipo de hechos.
“Tenemos una unidad capacitada para este tipo de hechos, con la capacidad de poder reaccionar; pero, tenemos una deficiencia que son los servicios médicos de atención”, aseveró.(eP)

EL APUNTE
En Bolivia se está trabajando poco al respecto

A diferencia de los otros países, los bolivianos no están preparados para actuar frente a un sismo, ya que muy poco se han desarrollado las capacidades de prevención, reacción y evacuación para estos desastres naturales que se presentan en cualquier momento y región del mundo.
Está claro que no se puede determinar cuándo se producirá y con qué fuerza, sin embargo las nuevas generaciones deben estar capacitadas para lidiar los terremotos.
Los antecedentes dicen que el 9 de junio de 1994, se produjo un movimiento sísmico de 8,4 al norte de la ciudad de La Paz, 630 km de profundidad, por lo que no arrojó víctimas.
El de mayor devastación fue el del 22 de mayo de 1998, cuando un sismo de 6,5 se registró en el centro de Bolivia, en los poblados rurales de Aiquile, Mizque y Totora, y mató a unas 80 personas, por el desplome de casas de barro y rudimentarias.

NOTA DE APOYO

El peor terremoto del siglo XX en Bolivia casi destruye Aiquile

El 5 de junio de 1998, dos semanas después del terremoto que la destruyó, en la madrugada del 22 de mayo de ese año, el panorama de Aiquile era sobrecogedor. En el ambiente se respiraba una especie de temor paralizante, roto apenas por los trabajos de demolición, y alargado por el deambular de la gente que caminaba sin prisa entre los escombros, en medio de las nubes de polvo.
Toda actividad comercial o productiva estaba interrumpida. En ese penoso suspenso que sufrían los aiquileños que no se fueron, y se quedaron sin techo, la vida comenzaba a reorganizarse lentamente en los varios campamentos instalados para acogerlos.
Mientras las máquinas terminaban la destrucción, las tareas de auxilio y asistencia se ejecutaban sin bullicio y la esperanza en la reconstrucción parecía fortalecerse en los espíritus de las víctimas del seísmo.
Antes de que termine la primera hora del viernes 22 de mayo de 1998, la rutina de esta ciudad se cortó brutalmente igual que el sueño profundo de sus habitantes.
En ese momento, alrededor de las 00:40, el tremendo sacudón telúrico derrumbó la tranquilidad de esta aglomeración urbana y envió al pasado la vida cotidiana inmediatamente anterior de más de 5.000 personas. Unos 40 minutos antes se había producido un sismo de mediana intensidad, una especie de anuncio de la hecatombe que despertó a muchos aiquileños.
Al temblor de mayor magnitud, precedido de un ruido estremecedor, le siguió la oscuridad, el polvo que inundó la atmósfera, los gritos…
Luego del espanto, los aiquileños escaparon de esos techos y paredes que caían sobre ellos. Pero más de 40 personas no pudieron evitarlos y murieron.
A los sobrevivientes les quedó el temor renovado por nuevos temblores menos intensos, la desolación de sus casas destruidas y, a pesar de la incertidumbre del repentino vacío, la voluntad de quedarse en Aiquile.

DATO
Los tarijeños tampoco estamos preparados para las arremetidas naturales que cada vez son más frecuentes.