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LOS TIEMPOS

En los más de 100 kilómetros que separan a la ciudad venezolana de Maracaibo con el punto fronterizo hacia Colombia se apostan las «mariposas», contrabandistas que venden gasolina local a precios superiores a los establecidos en el país y que van subiendo a medida que se acerca la línea divisoria.

Esta colonia de «mariposas», como les llaman los conductores asiduos del camino, aletean sus brazos cada día bajo el inclemente sol caribeño para anunciar que compran y venden botellas de cinco litros de combustible -conocidas como puntos- y ante la mirada indiferente de policías y militares desplegados en la zona.