Ya escribimos nuestras preocupaciones sobre la invasion de motitos en la ciudad de Tarija, la gran mayoría de procedencia china, las facilidades de pago y su bajo precio las han hecho accesibles para cualquier bolsillo, lo malo es que se han convertido en un gran problema por su cantidad, factor que sumado a la falta de educación vial de quienes las conducen, abre la puerta a riesgos muy serios e indescriptibles.
Ya dijimos que inundan nuestras calles, zigzgenado entre los vehículos, las estacionan en cualquier lugar y una sola, quita espacio para un vehículo de cuatro ruedas. No faltan los que las parquean sobre las aceras sin importarles el derecho de los peatones que deben arreglárselas para circular. También están aquellos dueños de motos sin luces, que no tienen con que iluminarse en la noche ni tampoco dejarse ver, lo que representa un gran peligro. Sobre este tema, poco y nada hacen las autoridades.
Lo que hoy nos motiva, son las motocicletas que andan con el escape abierto, generando niveles de ruido insoportables, son de todo tamaño y parecería que mientras más grande, más ruidosa. Incluso sabemos que algunas marcas ya llegan así, con el escape al aire, sin límites, sin control, lo que es ya un abusivo exceso. La contaminación auditiva ocasionada por estos vehículos hace mucho daño y ocasiona la molestia y reclamo de la ciudadanía. Existen normas que prohíben exceder ciertos niveles de ruido pero, para variar, no se respetan ni tampoco hay quienes se encarguen de realizar controles continuos. Por lo general, son jovenzuelos los que andan sobre estos ruidos rodantes, levantando quejas e insultos de la población por la desconsideración. Tenemos normas vigentes para regular situaciones como esta pero, para variar, nadie las hace cumplir. Tarija está lejos de ser una ciudad amable como queremos que sea, de la que hablamos siempre con orgullo, está pasando a ser casi una ciudad que flota a la deriva, en la que las irregularidades abundan.