Cultura Colectiva
Esta ley supone que los hombres son «incapaces» de controlarse cuando están solos con otra mujer que no es su pareja.
Imagina que tu novio no pudiera reunirse a solas con una mujer que no fueras tú: que no fuera a fiestas sin ti, que nunca saliera a la hora de la comida con una compañera y que sólo pudiera ir a un viaje de negocios cuando sus acompañantes fueran hombres. ¿Te sentirías tranquila?
Si la respuesta es «sí», ¿te has detenido a pensar lo que esto implica? Más allá de que quizá tengas un problema de celotipia, esto implica una actitud que podría destruir tu relación. Si no lo crees, conoce la Regla Pence.
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¿Cómo empezó todo?
Billy Graham, Bev Shea, Grady Wilson y Cliff Barro —evangelizadores del cristianismo protestante— se reunieron en el hotel “Modesto” en California para elaborar un manifiesto donde pondrían los lineamientos de su compartimiento moral.
El punto más famoso —y controversial— del manifiesto exige que cada hombre nunca esté solo con una mujer que no sea su esposa: no comer, viajar, encontrarse en privado ni asistir a reuniones donde se sirva alcohol en su ausencia.
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¿Por qué es peligrosa?
«Bueno, ¿qué tendría de malo? Finalmente, parece un gesto de compromiso y respeto hacia la pareja. Este método despejaría todas las dudas de una posible infidelidad. Lo que devendría en un matrimonio feliz y casto», podría pensar cualquiera.
Sin embargo, en el fondo esto oculta una concepción profundamente machista —misma que hemos aprendido desde siempre y por eso pasa desapercibida—. Se trata de la peligrosa, equivocada y dañina idea de que los hombres son incapaces de controlarse cuando están solos con una mujer.
¿Por qué no podría cenar con una mujer como lo hace con cualquier hombre?, ¿por qué es necesario que estén mas personas presentes?, ¿no puede contenerse?, ¿eso no es una justificación sobre el acoso sexual e, incluso, la violación?
Sus defensores continúan sin ver el problema, pues piensan que el hecho de que sean los hombres quienes se apliquen esta ley y no las mujeres la salva de ser misógina: «no las obliga a ellas, sino a ellos, ¿qué puede tener eso de machista?», dicen. Pero la realidad es que no importa quién de los dos tenga la prohibición, el hecho es que una mujer es vista como objeto de peligro y el hombre como una bestia incapaz de contenerse.
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Daños reales
Lejos de la teoría, la dificultad de esta ley se vuelve cada vez más real. Mike Pence, vicepresidente estadounidense —conocido por sus políticas conservadoras antiaborto y contra la comunidad LGTB—, se ha manifestado públicamente practicante de esta ley, por lo que también es conocida como Regla Pence.
Esto tiene implicaciones políticas importantes: la regla se efectúa en el Congreso estadounidense donde trabajan muchas mujeres que se ven excluidas de reuniones de trabajo o la posibilidad de discutir en privado.
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«Sexismo benevolente»
En su columna para el New York Times, Katelyn Beaty reflexiona: «La regla de Pence surge de una visión rota de los sexos: los hombres son bestias lujuriosas que deben contenerse, mientras que las mujeres son objetos de deseo que deben ocultarse. Ofrecer la regla de Pence como una solución a la depredación masculina es como decir: «No puedo reunirme contigo de a uno, de lo contrario eventualmente podría atacarte”»; lo que es, honestamente, algo horrible.
Este fenómeno tiene un nombre: “sexismo benevolente”, que es cuando un gesto machista se hace pasar como un acto de protección e igualdad, pero en realidad es sumamente nocivo. Esto se replica en nociones como impedir que las mujeres salgan de noche o decirles que no se vistan de determinada manera. Es hacerlas responsables de los ataques de las que son víctimas.
La lucha por la equidad de género no es una broma ni algo que deba tomarse a la ligera. ¿Por qué temer criticar lo que a todas luces atenta contra el desarrollo libre de las mujeres?