Cultura Colectiva
Cualquier temperatura ayuda a la hidratación, pero ¿sabes cuál es mejor para tu cuerpo?
Potomanía o polidipsia psicogénica es la compulsión irracional por beber líquidos. Si bien está asociada a ciertos factores fisiológicos —como la diabetes— hay factores psicológicos de riesgo que provocan este desorden.
Aunque no existe un estudio científico que lo avale por completo, beber de uno a dos litros de agua diario es lo recomendado para un buen funcionamiento del organismo. Sin embargo, algunas personas piensan que “más es mejor” y desarrollan este trastorno que les provoca una urgente necesidad por beber más y más, como una manera de «ahogar» sus emociones.
Hidratarse es necesario para sobrevivir. Alrededor de este simple y cotidiano hecho se entretejen miles de mitos y falsas creencias. Sabes, por ejemplo, ¿cuál es la temperatura ideal para consumir agua? Aquí algunos efectos de este líquido en tu cuerpo:
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Agua fría
Según un estudio elaborado por Endocrine Society en 2003, beber 500 mL de agua aumentó la tasa metabólica en un 30 %. Lo que sucede es que, al contacto con el frío, el organismo trabaja para regular la temperatura corporal. Naturalmente, esta tarea requiere energía y claro, implica quema de calorías.
En ese sentido, beber agua fría sí ayuda a bajar de peso. Sin embargo, es necesario acompañar este hábito con una dieta adecuada y ejercicio físico. De lo contrario, beber agua en bajas temperaturas no traerá ningún beneficio evidente.
Otro aspecto fundamental de beber agua fría es que estabiliza la temperatura interna por lo que es perfecta después de hacer ejercicio. En altas temperaturas —ya sean externas o internas— el organismo necesita nivelarse. Es por esa razón que se siente tan bien beber agua fría cuando se está acalorado. No es que “sepa” mejor —porque el agua es insípida en sí misma— sino que produce la sensación de templanza en el cuerpo.
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Agua tibia
Sin importar la temperatura del agua, es completamente necesaria para la salud del cuerpo. Entre muchas otras funciones, beberla ayuda a la buena función de los riñones, la correcta circulación sanguínea, previene dolores de cabeza, ayuda a pensar más claramente al oxigenar el cerebro y logra el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
La ventaja del agua tibia es que no produce ninguna afectación a la salud por algún cambio brusco de temperatura.
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Agua caliente
En el caso de los resfriados, el agua caliente ayuda a que los vapores aumenten el flujo de la mucosa nasal, por lo que es benéfica para la recuperación. También es una buena aliada para procesar mejor los alimentos, pues hace que los procesos enzimáticos se efectúen mejor. Por otra parte, ayuda al intestino a funcionar adecuadamente —lo que apoya en la limpieza del organismo— hace que el cuerpo libere toxinas gracias a la transpiración y opera como diurético natural.
Además, ayuda al sistema inmune protegiéndolo de posibles infecciones en las vías respiratorias, baja la hinchazón de los músculos y por si fuera poco, relaja emocionalmente.
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En resumen, las tres temperaturas del agua son benéficas para el organismo. Todas son necesarias y mejoran la calidad de la salud. Sin embargo, es recomendable no beberlas en grados extremos: ni muy helada ni hirviendo, pues esto podría provocar alguna quemadura o resfriado.
También para beber agua se precisa mesura y precaución. Hacerlo de manera adecuada logrará un buen funcionamiento del cuerpo y por ende, una vida más feliz.