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Irónicamente, los tatuajes nacieron para calmar el dolor del cuerpo.

Aunque el primer registro que se tiene de un dibujo sobre la piel le pertenece a una momia conocida como Ötzi, se ha estudiado el origen de los tattoos, llegando a muchas conclusiones sobre su uso y popularización, por ello se cree que el arte sobre la piel nació en Egipto, lugar en el que se dieron los primeros pigmentos de henna; sin embargo, poco a poco se usaron otras técnicas y composiciones en la tinta, mismas que lograron crear formas muy similares a las actuales.

Los médicos solían usarla para tratar algunos malestares físicos como el dolor de cabeza o de articulaciones. Entonces, tatuaban sobre la piel alguna marca y la incomodidad que ocasionaba podía quitar el que ya estaba ahí previamente, esto según las creencias egipcias; y aunque suene un tanto descabellado, no lo es del todo, ya que cuando te realizas un tatuaje, tu cuerpo presenta algunos cambios, por ejemplo, pone resistencia al dolor o libera adrenalina, la cual funge como un inhibidor de ciertos malestares que puede causar una sesión de tatuajes.

Así, con marcas en el cuerpo para evitar dolor o la pesadumbre —por mero gusto— que ocasiona realizarse un tattoo en la actualidad, hay algunos cambios que ocurren en tu cuerpo y que debes conocer lo antes posible para entender todo lo que tiene que soportar y claro, la forma en que éste te protege del dolor, de las infecciones y de cualquier riesgo latente.

Tu piel encapsula la tinta

Cuando se introduce el pigmento en la epidermis, el cuerpo prepara la primera línea de defensas de la piel para protegerlo de elementos externos y por ello mismo encapsula el pigmento, de modo que se queda en un sólo sitio, es por ello que la tinta no se expande a otros sitios y se queda en un solo lugar formando una figura.

La aguja perfora la epidermis entre 50 y 3 mil veces por minuto

La dermis, que ese encuentra debajo de la epidermis, es perforada por la aguja que entra justo a esa parte y forma una especie de canal, que es en donde se va quedando la tinta para formar las figuras. Si la aguja entrara en la parte externa, es decir, en la epidermis, la tinta podría caerse o borrarse rápidamente. Mientras entra y sale es capaz de perforar algunos nervios y vasos sanguíneos. Es la razón del sangrado y el dolor.

Existe sangre después de la cicatrización

Como dijimos, la aguja rompe algunos vasos sanguíneos, por lo que es normal que salgan algunas gotas. Sin embargo, aún después de la realización del tatuaje, es decir, durante la cicatrización, puede haber sangrado debido a que los vasos tardan en cerrar.

Liberas adrenalina

Cuando la aguja penetra la piel, es evidente que hay un «trauma». Esto quiere decir que se altera el estado natural de una parte del cuerpo, en este caso de la piel. El organismo, como consecuencia, reacciona tratando de prevenir el dolor y el sufrimiento. Por ello, el sistema nervioso simpático activa una respuesta al dolor, la cual provoca la necesidad de salir huyendo de aquel sitio y por ende, descargas adrenalina, misma que ayuda a tu cuerpo a deshacerse del estrés.

La tinta se esparce un poco

Como dijimos antes, la piel encapsula la tinta; no obstante, llega a filtrarse ligeramente por la piel a lo largo del tiempo. Esto deformará —inminentemente— el dibujo y por ello puedes notar cambios en tu piel. Aunque no es peligroso y esta extensión suele ser casi imperceptible, es capaz de generar daños como infecciones, irritación o picazón, en especial en los días posteriores a la realización de tu tattoo. Si eso ocurre, acude con tu tatuador o un médico.

Las células se «comen» la tinta

No todas lo hacen, sólo las llamadas macrófagos. Estas son minúsculas y se encargan de mantener sana a la piel, por lo que su función en los tatuajes es evitar la inflamación, así que se comen aquello que puede provocar que la epidermis luzca hinchada gracias a la tinta. Éstas se la comen gradualmente, por lo que la pigmentación del tatuaje desaparece con el paso de los años.

Los fibroblastos absorben la tinta

Éstas son otro tipo de células que absorben cada pigmento de la tinta, pero no se van del todo y se mantienen suspendidas en la epidermis hasta que pasan unos años y de pronto se van gracias a la contaminación y el contacto con el exterior. De este modo, la figura del tatuaje se torna verde. No obstante, hay algunas veces en las que esta despigmentación se da uno días después de la realización, por lo que es importante que acudas con tu tatuador si es que notas un cambio similar.

Liberas analgésicos naturales

Mientras la aguja penetra tu piel y liberas adrenalina, las endorfinas también se liberan como un analgésico natural del cuerpo. Pero los nervios aunados al estrés, el miedo y otros sentimientos confusos pueden causar una sensación de relajación y desesperación al mismo tiempo, esto es —para muchas personas— placentero.

Tal vez los tatuajes se ha convertido una adicción en ti y es completamente normal, pero antes de realizarte uno debes considerar lo que implica dibujar sobre tu piel y los cambios que le traen a tu organismo. Sin embargo, los tatuajes son siempre un adorno perfecto para los valientes y aquellos que no temen a la presión social. Si eres uno de ellos, no dudes en realizarte cuantos quieras, ahora con mucha más conciencia de todo lo que pasa tu cuerpo cuando lo sometes a la pigmentación por medio de agujas.