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Verónica Ormachea G.
Los líderes coreanos iniciaron una era de paz. Si bien ha sido un éxito diplomático, existe escepticismo en las promesas del líder de Corea del Norte Kim Jong- un, ya que es un dictador y no ha cumplido acuerdos anteriores.
En un reciente encuentro histórico, entre el líder norcoreano y el del sur Moon Jae-in, se comprometieron a trabajar en la “completa desnuclearización” de la península y Kim declaro que “empieza una era de paz”.
Es primera vez en once años que un líder de Corea del Norte pisa suelo surcoreano. También es el primer encuentro entre los mandatarios desde el 2007.
La cumbre es, sin duda, una señal de buena voluntad que busca la distensión pero existe incredulidad en torno a aquello.
Existe escepticismo porque las dos coreas siguen técnicamente en guerra. El armisticio después de la guerra de Corea (1950-1953) fue temporal. No se firmó un Acuerdo de Paz. Es más; Pyongyang se ha dedicado a desarrollar una carrera armamentística nuclear que ahora dice clausurara en mayo.
Especialistas aseguran que no se sabe su real alcance en el tema de bombas nucleares. Si se tiene conocimiento que sus dispositivos pueden alcanzar la costa estadounidense así como destruir una ciudad.
En meses pasados el mundo tembló por las pruebas nucleares que realizo Pyongyang, de las cuales Kim se vanagloria.
El objetivo de la cumbre presidencial debió ser suscribir el esperado Acuerdo de Paz con miras a la reunificación de las coreas.
Como consecuencia de la Guerra Fría (concepto acunado por George Orwell) Corea se dividió en dos. El bloque comunista encabezado por la URSS y China, que apoyo a la del Norte, y la del Sur, apuntalada por EEUU que dividió la península en el paralelo 38.
Aquello termino en un guerra entre las Coreas que en realidad fue un enfrentamiento encubierto entre EEUU y la URSS.
Otro motivo que cuestiona el acuerdo es porque Pyongyang suscribió el Tratado de no Proliferación de armas nucleares que no lo cumplió poniendo en vilo la seguridad del mundo. Y aprovecho de obtener ventajas económicas y comerciales.
Kim no es confiable. Es parte de una dinastía tiránica que ha cometido delitos de lesa humanidad según observadores de la ONU y la UE, a pesar de que suscribió el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Considera a los desertores “traidores a la patria” los cuales viven en permanente amenaza así como sus familiares.
Según el jurista australiano Kirby las violaciones a los derechos humanos en norcorea “revelan un estado sin paralelo en el mundo contemporáneo”. Y según Alton, presidente de la cámara británica de los lores, Kim viola los 30 artículos de la Declaración Universal de los DDHH.
Kim aún no ha tratado el tema más crispante que son los desplazados, los disidentes y los residentes en la isla de Yeonpyeong. Prueba clara es que a la cumbre no asistió el Ministro de Seguridad Interna.
La guerra de Corea dividió al país y a miles de familias nunca más se han vuelto a ver. Recién en 1985, las dos Coreas permitieron que las familias puedan reunirse por horas. Y desde entonces ha habido algunos reencuentros, siempre dependiendo de la situación política.
Dicho encuentro ha sido la antesala de la próxima cumbre entre Kim y Trump. Sería la primera reunión entre un miembro de la dinastía norcoreana con un presidente de EEUU.
Se espera que en dicha próxima cumbre, lleguen a acuerdos de paz y estabilidad y que Trump abogue por la defensa de los derechos humanos en Pyongyang.