La tan mentada y preocupante ley de empresas sociales solo enciende el fuego de las diferencias odiosas entre empleadores y empleados, generar una especie de resentimiento de estos a aquellos nunca fue el mejor camino para que le vaya mejor al empresario y también a los trabajadores. Apostar por esa fórmula es seguir el camino errado que posterga el crecimiento y el desarrollo de las regiones y el país.
Ningún gobierno puede negar que es la empresa privada en todos sus estratos, la que sostiene la masa trabajadora en un mayor porcentaje en relación al «papá estado», desde los pequeños hasta los grandes empresarios tienen que salvar un sinnúmero de obstáculos en su reto de ser legales y cumplir con la normativa vigente. No es nuestro ánimo entrar por ahora a desmenuzar la ley, pero si a desnudar lo que podría provocar, ya que sería un instrumento perfecto para desbaratar una empresa, cualquiera que fuera.
No se pude desconocer que sin la labor y apoyo de los empleados no hay una empresa que le permita lucrar al empresario, pero sin él, no hay empresa, por tanto, no hay fuentes laborales ni quienes las ocupen, la ecuación es sencilla. El empresario invierte su dinero, arriesga, puede ganar o perder, si sucede lo último, el único con grandes problemas es él mismo, el trabajador tendrá que ver otra opción, que seguro encontrará con un poco de paciencia y tesón. El empresario quebrado difícilmente creará otra empresa, tendrá que dedicarse a solucionar todos los huecos generados por el fracaso de su primera inversión. El pretender que los trabajadores se queden con la propiedad de una empresa cualquiera bajo ciertas circunstancias, si es que no se les paga el sueldo por tres meses consecutivos por ejemplo, no es la forma de incentivar una relación obrero-patronal para el mutuo beneficio. Es más bien mostrarles a los malos trabajadores, que los hay así como hay malos empresarios, cómo hacerse de una empresa sin invertir ni arriesgar. Tal vez se diga que el capital es su fuerza de trabajo, pero resulta que la labor que desempeñan es remunerada, es pagada, por tanto, nadie debe nada a nadie, más bien pensamos que se complementan y necesitan. Existen una serie de medidas sociales y laborales aprobadas en beneficio del empleado que se suman a las obligaciones tradicionales que están vigentes aún, medidas que son una carga muy pesada pero que por ahora, la empresa privada está arrastrando cueste lo que cueste. Mostrar el camino para que una emprendimiento fracase, no es la forma de asegurar más fuentes de trabajo, es incentivar al cierre de empresas y a la pérdida de espacios laborales. Todavía hay tiempo para razonar.