Noticias El Periódico Tarija

Las costumbres de un pueblo tan religioso como el tarijeño se cumplen y respetan, en particular en la Semana Santa, es que la mayoría católica hace que se arraigue tanto, que parecería imperceptible cualquier otra religión o secta. El pueblo entero se vuelca un domingo de ramos, un jueves santo para hacer las estaciones, o el viernes santo para la procesión y, como no podía ser de otra manera, el domingo de gloria, en el que celebramos la resurrección de Cristo.

No se puede ni se debe desconocer que otras doctrinas han avanzado bastante y han mermado las filas del catolicismo, han convencido a aquellos indecisos de su fe, a aquellos que no vieron suficiente ni creyeron para quedarse con esa religión heredada, que no pudieron elegir. Aunque la iglesia dice que en la confirmación, cada persona tiene la oportunidad de tomar otro camino.

Extrañamente, en la Semana Santa, se ve la marcada  ausencia de la gente joven, como si no supiera de su importancia o le importara poco, una juventud alejada del hermetismo tradicional y desafiante ante el mismo. Jóvenes desilusionados por alguna razón que rechazan la forma ( la iglesia) y sus escándalos pero desconocen el fondo ( la palabra de Dios) que prevalece a pesar de todo. Gente de pocos años que no rescata las costumbres y más bien le aburren, q ve en la rigidez de la iglesia un motivo para distanciarse y buscar, tal vez, otras opciones que se ofrecen hasta por televisión.

No podemos mirar esta vez a los curas, que seguro tienen una gran responsabilidad sino también a la familia, que juega un rol determinante, regulador, de funcionamiento constante con bajones de diferente índole .

Es preciso recibir la información precisa y el momento adecuado. Cuando la fe catolica viene sesgada, se abre un mundo de susceptibilidades que solo desgastan y alejan. Si dentro de la iglesia no se dan cuenta de que urgen cambios, cómo podemos mirar con mejores ojos la realidad por la que atraviesa sin temer la profundidad de su caída.