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Todos hemos tenido sentimientos encontrados por alguien, hemos sucumbido ante un amorío y hemos dejado todo con tal de vivir el romance y todo lo que implica, pero eso no lo hace bello.

No hay nada más alentador que sentarse en una sala de cine con la ilusión de ver frente a nosotros una historia que nos cambie la vida. Es quizás un error,puesto que hemos depositado nuestra confianza —tal vez demasiada— en el séptimo arte, esperando que nuestra vida súbitamente tenga sentido. Lo hacemos en especial en directores como Guillermo del Toro, que siempre hace de sus sueños e imaginación un escaparate para demostrarnos que aún hay algo en qué creer.

Eso es precisamente lo que el hombre de lentes y aspecto amigable ha intentado hacer con The Shape of Water, película que como director le ha dado una serie de nominaciones y premios que se acumulan conforme pasan las semanas.
Sin embargo, por muy bella que sea visualmente, tiene un pequeño detalle que algunos han dejado pasar; la conmovedora y romántica historia ya fue hecha con anterioridad y no por él. Con esto nos referimos a un cortometraje lanzado en 2015 llamado The Space Between Us, el cual cuenta básicamente la misma historia que la obra de Del Toro. Hay quien le ha llamado plagio, otros inspiración. Lo cierto es que ambas son historias poco convencionales sobre el amor entre dos seres vivos y pertenecientes a mundos opuestos que se aventuran a estar juntos.

Así, nos damos cuenta de que cualquier historia que se nos ocurra, alguien ya la habrá realizado con anterioridad. Por lo tanto, ya no hay historias de amor más bellas que las que se nos contaron hace muchos años. Blanca Nieves, Titanic, Casablanca o Ghostson historias en las que podemos ver el amor en su máxima expresión. En la actualidad sólo hay combinaciones y homenajes a estas producciones, es por ello que podemos decir que la película de Del Toro —que se está llevando los premios y las nominaciones— no es la película de amor más hermosa que hemos visto.
Es un romance estereotipado

La crítica ha catalogado la película como una de las más bellas por diversos motivos, entre ellos, que nos hay arquetipos ni clichés. No obstante, es una de las producciones que más los evidencian. Los protagonistas son una mujer muda y un anfibio que se cree era un dios en Sudamérica. Sus compañeros son una mujer afroamericana y un hombre gay enamorado de un racista, mientras que el antagonista, Strickland, es un acosador, xenófobo y misógino.

Aunque Del Toro tenía la intención de mostrar los estereotipos hechos personajes para poder erradicar la idea que se tiene de ellos en el imaginario social, no es más que una manera de hacerlos más evidentes. Incluso, existen algunos foros de discusión en Internet en los que se debate la idea de que el director, en lugar de ayudar a que no se reproduzcan más, sólo fomenta la idea de que un defecto nos hace diferentes al resto de las personas en sentido negativo. Guillermo del Toro suele representar monstruos con el fin de generar inclusión, puesto que cree que hasta las personas más ruines del planeta, los más horrendos y grotescos, tienen un corazón que merece ser amado.
Es un romance apresurado

El anfibio —que carece de nombre— y Eliza se encuentran en el laboratorio. No sienten temor y aun con todo en su contra, logran quedarse juntos, pero la historia no parece fluir de forma natural. Eliza se siente escuchada (irónicamente), ante su falta del habla y él ve en la mujer un apoyo que no encontraba en sus captores.

Todo comienza cuando ella le ofrece un huevo que él toma reticente, y así en los sucesivos días. Sin embargo, llega un punto en el que su relación se consolida, de modo que, en menos de 20 minutos, ya hay un romance (o algo muy cercano) entre ambos.

Nuestro imaginario nos permite entender que si la película se desarrollara en la actualidad, el romance y su inmediatez, habrían sido una mala decisión. No podemos estar con alguien sólo porque llegó improvisadamente a nuestras vidas, y a decir verdad, en ninguna época fue fácil hacerlo. Aunado a ello, el filme avanza muy rápido —al menos en la primera mitad—, mientras que el resto lleva un ritmo más lento y hasta tedioso.
Ella se sacrifica por él

Aunque a simple vista mantienen una relación envidiable, en nuestro contexto esto no es del todo justo, puesto que ella es la que cambia para ir a vivir al agua y la aportación heroica es netamente suya.

El cambio es una de las premisas de Guillermo del Toro en este filme, ya que se puede ver un vuelco en la forma de abordar un romance, pero sobre todo en lo que el ser humano es capaz de hacer por amor, es decir, llega a cambiar completamente su rutina, su forma de vida y sus costumbres. No obstante, es una contradicción a los valores modernos, mismos que nos dicen que está bien ser una persona diferente y que no hay motivos suficientes para cambiar. Eliza se adapta al agua, lo rescata y le da razones para vivir, él por su condición no puede hacer mucho; sin embargo, la regresa a la vida en una condición diferente con tal de poder verla por más tiempo.
El romance no avanza de forma natural

Quizá no hay un manual que diga cómo y a qué velocidad debe desarrollarse un romance, pero según la experiencia generacional, entre más rápido se dé, menos duradero es. En el caso del amorío que entablan el monstruo y Eliza hay una inmediatez casi imperceptible en la que un primer contacto resulta suficiente para estar juntos y entenderse el uno al otro.

Ambos saben que son dos seres marginados que sufren, lloran y son discriminados. No obstante, juntos se complementan y logran entenderse, por lo que de un momento a otro ya hay un cariño especial. Esto no es precisamente lo más natural, en especial por el breve periodo de tiempo.
Ella siente lástima por él

Durante sus primeros acercamientos, Eliza lo ve como un ser desprotegido, mismo que requiere de sus cuidados y cariño. Por ello, la chica se los brinda de forma desinteresada, aunque más bien pareciera que le tiene lástima, ya que no puede hacer nada en su contra; incluso trata de darle confianza para que se desenvuelva en el mundo humano.

Él accede a sus atenciones y le corresponde aprendiendo lo que le enseña, además de no limitarse a ser parte de su vida. Él la llama, la atiende, pero en realidad, Eliza es la que está al pendiente de la criatura marina. La mujer lo salva de ser asesinado y lo mantiene con vida.

Usa un contexto desgastado

Cualquier situación que tenga como escenario un caos político, social e histórico es el pretexto perfecto para mostrar una historia en la que se deposita la esperanza de toda una sociedad. Guillermo del Toro recurre con frecuencia a un contexto de guerra. En El espinazo del diablo, El laberinto del fauno y en su última producción toma como eje histórico los conflictos bélicos. La Guerra Fría es el evento que adereza el romance.

Es una fórmula que funciona porque le da justificación a los personajes en cuanto a su comportamiento. Entonces, si The Shape of Water se desarrollara en la actualidad, probablemente no tendría el mismo impacto, de igual forma, si no tuviera una guerra detrás sería una historia menos intensa o con un argumento un tanto aburrido, puesto que la prohibición, la clandestinidad y los secretos de Estado hacen más interesante el romance