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Agencias 

Esta Nochebuena muchas personas se reunirán para compartir en familia la tradicional picana o degustar un chocolate caliente con buñuelos y también intercambiarán regalos manifestando sus buenos deseos. Sin embargo, hay otras personas para las que esta noche será una más de tantas, porque nunca festejaron Navidad, otras perdieron el interés por ella debido a ciertos conflictos que atraviesan en sus vidas.

Para Fortunata Mamani, madre de cinco hijos (uno falleció hace tres años) y abuela de 14 nietos, esta Navidad es angustiante porque no puede superar la muerte de su hijo mayor que dejó en la orfandad a tres hijos. Por si fuera poco, dice que su otro hijo se accidentó hace poco tiempo y siete días atrás falleció su suegra.

Actualmente vende granos y cereales cerca de la plazuela San Juanillo, antes no lo hacía, pero ahora vio una forma de terapia para apaciguar su corazón y su alma, dice. “No pasaré la Navidad bien, estoy viajando a Santa Cruz para ir a la misa de mi suegra”, manifestó.

Otro caso es el de Dionisio Mamani, trabaja hace más de 15 años vendiendo prendas de vestir de varón que se caracterizan por ser económicas, en unas casetas ubicadas en la calle Nataniel Aguirre, pertenece al Sindicato 2 de febrero.

Aseguró que esta noche trabajará hasta las 22:30 y luego irá rápidamente a su casa para compartir con su familia la tradicional picana. Mañana, 25 de diciembre, día de Navidad, nuevamente acudirá a su puesto de trabajo, a las 6:00, como acostumbra cada año.

Para Jacinto Miranda, de 13 años de edad, no hay Navidad. Trabaja como canillita de CORREO DEL SUR, su padre es albañil y su madre se dedica a las labores de casa, tiene cinco hermanos menores. Sostiene que en su casa nunca hacen nada especial en Nochebuena. Mañana, Navidad, se levantará como de costumbre a las 5:30, para ir a recoger los periódicos y venderlos en las calles.

En otro caso, cuando CORREO DEL SUR le pregunta a Máxima Zambrana de Ramos, qué hace en Navidad, ella responde con lágrimas en los ojos: “Desde mis abuelos nos dedicamos a ser comerciantes, pero nosotros nunca hemos tenido una Nochebuena y Navidad, siempre la hemos pasado trabajando en nuestro puesto”.

Dice que es triste ser comerciante, pese a que tienen de todo, es un oficio que requiere de mucha dedicación. “Soy madre de tres hijos. Nosotros no conocemos una Navidad, un Año Nuevo ni Carnaval, a veces no podemos ni dormir porque la gente viene a comprar”.

Mario Limachi, taxista, cuenta que su esposa dio a luz hace ocho meses, el bebé nació bien, pero desde entonces ella no pudo recuperar su salud. A duras penas camina, no puede cocinar ni hacer otras cosas, detalla. Tiene cinco hijos pequeños, trabaja como albañil y cuando no hay obras hace de taxista.

Esta noche no harán nada en su casa, mañana su familia compartirá un chocolate con buñuelos y en Año Nuevo dice que “sí o sí” tienen que festejar comiendo carne de cerdo y challando con un vaso de cerveza para que les vaya bien durante todo el año.

Asimismo, otras personas pasarán esta fecha sin festejo, en la soledad de su habitación, en el cuarto de un hospital o de un hogar de acogida.

Tomado de Correo del Sur