Hay quienes creen que el turismo es un actividad que vulnera los códigos de la naturaleza, la sola presencia del ser humano y el «uso» de ciertos lugares para su explotación turística hacen que esos parámetros se rompan. Y es cuestión de puntos de vista, todos con sólidos argumentos pues existen también quienes consideran que si es posible desarrollar esta actividad sin violentar el medio ambiente y más bien integrando al ser humano a un entorno que no es «suyo» pero si al que pertenece. En países que no han establecido con claridad las formas de impulsar el turismo como una alternativa de generación y distribución de la riqueza en concordancia con el respeto al medio ambiente, los resultados sin duda dejan mucho que desear ya que el grado de depredación que el hombre demuestra por donde pasa es alarmante. Sin embargo, existen otros como Costa Rica, que han logrado sacarle provecho a los regalos de la naturaleza sin ofenderla ni dañarla, más bien despertando un auténtico sentimiento de pertenencia a ella.
Los discursos sobran en nuestro medio sobre este tema, es hora de acciones concretas, no puede haber turismo sin enseñarle a la gente como practicarlo y no pasa sólo por aprender a tratar al visitante o inventar lugares donde pueda ir, generar infraestructura hotelera, gastronómica, de transporte, etc necesaria para atraer a más turistas y para que estos traigan más todavía y con ellos lleguen también los dólares que mejorarán nuestra situación económica. Pasa sobretodo por entender que nuestra relación con la naturaleza debe ser íntima, cercana, de dependencia, porque somos parte de ella, no «dueños» de ella, que nuestra sobrevivencia como especie esta ligada a ese cuidado y respeto aunque parezca dramático. Que no es posible proyectar el turismo en base a nuestros atractivos sin tener claro que así tal cual no tiene sentido porque durará hasta que cuando destruyamos el atractivo en sí. Después, podemos hablar de los pasos siguientes, no es posible de otra manera si realmente sabemos y comprendemos la responsabilidad que implica pretender lucrar con lo que recibimos como un regalo para garantizar un buen vivir pero en equilibrio con el universo.
El valle en el que vivimos ha sido bendecido porque su belleza natural proviene de lo divino, no es que no hayan lugares igual o más bellos, claro que si!!!!, pero eso no le quita nada a lo nuestro. Dios y la naturaleza ya hicieron su trabajo ahora nos toca a nosotros hacer el nuestro, sobretodo para conservar lo que recibimos y mejorarlo. Lastimosamente nuestra labor ha sido diferente, hemos olvidado nuestro rol y nos dedicamos a destruir lo que nos rodea, no existe conciencia en la población ni en las autoridades para cuidar y proteger nuestro medio ambiente, tampoco se han desarrollado campañas que lleven a la gente mensajes claros y ni hablar de desarrollar políticas no sólo de conservación sino también de impulso de los atractivos con los que cuenta nuestra región.