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El encuentro sexual entre parejas tiene una infinidad de variantes en cuanto a la posturas, desde las más arriesgadas hasta las más tradicionales. Sin embargo, hay una posición que los especialistas la definen como obligada: el misionero.

No es al azar que se comienza por esta postura de carácter instintiva. «Cuando comienza el juego amoroso, con vistas a un encuentro erótico, los cuerpos se disponen casi espontáneamente buscando esa posición. Es una manera inconsciente de decir ‘somos humanos, nos miramos, nos descubrimos, nos queremos, nos elegimos, nos calentamos'», explicó a Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, (MN 74.794)

En el misionero el hombre tiene el control total del encuentro

En el misionero el hombre tiene el control total del encuentro

Para algunos es considerada aburrida, moralista y conservadora y esto tiene relación directa con el origen de su nombre: fue la única postura aprobada por la Iglesia Católica para hacer el amor. Fue el sacerdote Johannes Teutonicus, en 1215, el primero en anunciar que solo había una postura natural para el coito.

«Los religiosos que llegaron a América para cristianizarla se encontraron con indígenas que hacían el amor ‘como animales’, reproduciendo la clásica pose ‘del perrito'», detalló Ghedin

De ahí también la impronta decorosa, «condición necesaria para la procreación como objetivo único de toda relación y por qué no, marcar a fuego los roles obligados: el hombre activo y dominante, la mujer pasiva y sumisa», agregó el especialista.

Considerándola como una forma de encuentro sexual, despojada de toda connotación, para Ghedin la posición del misionero tiene con qué defenderse aunque «hay que ponerle onda, sino puede convertirse en la más aburrida e irritante. Y no vale fingir», resaltó.

La mujer se ubica abajo del hombre con las piernas entreabiertas y éste se vuelca sobre ella, quedando cara a cara. «La posición le da más libertad en los movimientos al hombre, de ahí que muchas mujeres se pregunten ¿y yo qué hago?», resaltó el especialista.

De esta manera  propone algunas variantes para que las que buscan un rol más activo.

1) Ante todo se deben disponer los cuerpos de manera activa, de nada sirve generar variantes con cuerpos pasivos, sin energía. Hay que buscar, proponer, buscar el encastre placentero. Hay que hacer hablar a los cuerpos. El movimiento es sabio.

2) Colocar una almohada en tu zona lumbar permite tener más movimiento.

3) Mover las caderas hacia arriba o abajo, o bien hacer movimientos de rotación, apretando el pene con las contracciones vaginales.

4) Podés jugar con las piernas extendiéndolas, haciendo presión en el pene, o bien alternar con movimientos de extensión y flexión.

5) Para un contacto más cercano, los besos o el susurrarle en los oídos puede ser muy excitante.

«Todas las posiciones tienen sus virtudes, algunas favorecen más a los hombres (el misionero), otras a las mujeres (la mujer arriba), y otras son más democráticas (el 69), en fin, hay que buscar, probar, cambiar, y por sobre todas las cosas, disfrutar», concluyó el especialista.