Noticias El Periódico Tarija

 Cuando la billetera ha comenzado a mermar, resultado de los bajos precios del gas y los metales, y el trato privilegiado que gozaba con los vecinos ha cambiado debido a que el populismo en Sudamérica está en decadencia, el pachamamista casi fanático; ese que señalaba con el dedo a los gobernantes de los países que priorizaban la economía por sobre la naturaleza y la cultura; el que hablaba como si tuviese una autoridad moral superior al resto por él ser también un (dizque) indígena; ese que había sido el espíritu de una constitución que busca el respeto y la armonía con la naturaleza, el mismo pero ya sin máscara, ahora es el primero en violar y desmerecer los artículos constitucionales que buscan proteger a la naturaleza.

De tener un presidente indígena que aparentaba tener la autoridad moral para criticar a otros jefes de estado, que no entiendían el valor de la naturaleza y, por lo tanto, la destruían, a ser no solo objeto de crítica, sino de burla y hasta de mal ejemplo! ¡De ser un presidente que inspiraba cierta esperanza y cierto aire de cambio, a ser uno que, por la incoherencia entre lo que dice y hace, sus índices de popularidad caigan tanto, que las causas  de su caída serán usadas como casos de estudios sociológicos! De ser un estado que hasta hace poco inspiraba fe, a ser uno que inspira la creación de un video juego, que se desarrolla en un narco estado, donde la ley es la violencia, la corrupción, la mafia, la muerte y la violación de los derechos humanos entre algunas de sus desgracias.

Según voceros del MAS, el impacto ambiental que resultará de las actividades de la exploración de hidrocarburos en las áreas protegidas será mínimo. Básicamente, se reducirá a los puntos de exploración y sísmica que, al parecer, serán un par de cohetillos y, quizás, una que otra cosilla más. Y la consulta, ya la hicieron. ¡El resultado fue positivísimo! Los dirigentes están entusiasmadísimos con las canchitas y escuelitas que prometió y cumplió el gobierno, y la llegada de los petroleros.

O sea, ¿qué?

¿Acaso estamos hablando de la misma actividad? ¿Acaso no se trata de que un bosque tropical húmedo y prístino, que además es un Área Protegida, será intervenido, nada más ni nada menos, que para ser explorado y explotado por la actividad hidrocarburífera, una de las más contaminantes y destructivas de todas las actividades creadas por los humanos? ¿Acaso los estudios de exploración sísmica, que sirven para determinar qué tenemos en el subsuelo, no contemplan decenas de miles de perforaciones y detonaciones de dinamita, transectos para las transportar las máquinas perforadoras y explosivos, varios caminos de muchos kilómetros de largo que faciliten la movilización dentro del área en cuestión y los campamentos, así como varios desmontes para establecer los campamentos mismos? ¿Acaso eso no significará la división y subdivisión del bosque por torpes topadoras y otra maquinaria pesada? En fin, ¿acaso no estamos hablando de la misma actividad?

¿Será que los señores Evo Morales y el tarijeño ministro Sanchez, entienden de lo que hablan, cuando se refieren a la exploración y explotación hidrocarburífera en la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquia, o lo dicen todo de memoria y de corrido pero, como cuando uno está en básico, sin entender bien su contenido? ¡Digo esto porque cuando se escucha al tarijeño Sanchez hablar del impacto ambiental, sus cifras nunca alcanzan, ni por si acaso, el 1%! Con esto en mente, me pregunto ¿qué parámetros ambientales tomará en cuenta el tarijeñísimo para hacer sus cálculos? ¿Será que los resta de las ganancias y comisiones?

Y de Evo, no es lo mismo pero es igual. Porque aunque con mayor confusión que el tarijeño, él también lanza datos que abarcan, desde la resistencia Quechua y Aymara a las invasiones inglesas y romanas; menciona de refilón la confabulación de la derecha con el Imperio para inflar los impactos ambientales; y termina diciendo: «cuando voy a los pueblos, quedan todas las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice Evo Cumple». En fin, ya sabemos que nunca entiende lo que dice ni peor lo que hace. Total, él después le dice sus los abogados: «si es ilegal, legalicen ustedes. ¿Para qué han estudiado?»

La inconstitucionalidad como norma

Sin embargo, aunque ya no esté de acuerdo (porque no le conviene), Bolivia tiene un marco legal vigente que está constituido, primero, por la Constitución Política del Estado (CPE); segundo, por los Tratados Internacionales; tercero, por las Leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgánicas y el resto de legislación departamental, municipal e indígena; y cuarto, por los decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de los  órganos ejecutivos correspondientes (Art. 410). Y si bien existe en la CPE un creciente número de artículos con los que ya no comulga y hasta se debe soñar borrándolos de ahí con su propia mano y borrador, todos son aun de cumplimiento obligatorio, incluyéndolo a él. Y aunque hace alguno que otro atisbo de entender, el pobre no puede con su elocuente torpeza y naturaleza dictatorial, y termina algunos de sus discursos con cosas como estas:

«Estar sometidos a las leyes es perjudicarnos. Aunque digan que es inconstitucional nuestros decretos, nuestros hechos, no importa (…) No hay que esperar las leyes, hay que seguir trabajando con decisiones políticas, y si nos demandan de inconstitucionalidad nuestros Decretos Supremos, será el pueblo quien juzgue».

No queda duda de que habrá más de un disconforme, porque la cantidad de destrozos no solo ya es cuantiosa, sino que promete que será descomunal. ¡Además, con la práctica que adquirió de promulgar decretos supremos inconstitucionales, sobre todo en lo referido al medio ambiente, más la bronca que claramente le agarro a la Pachamama, seguro que en los tres años y medio que le quedan, apoyado de los bastante-primitivos y nada-pensantes Ponchos Rojos; las siempre-serviles Bartolinas que, al parecer, como muchas mujeres, están siempre en deuda con él; y el movimiento cocalero, que solo difiere de los carteles colombianos en la ubicación geográfica, no cabe duda que nos dejarán un país en ruinas! ¡Hasta ya hay video-juegos del narco estado al que, si las cosas no cambian, este país llegará invariablemente!

No obstante, ¡los reales dueños de la naturaleza, de la biodiversidad y de los servicios ambientales, etc., o sea nosotros, no podemos dejar que a plan de decretos destruyan el único país que tenemos y el único bien que, sin importar nuestra clase social, género, religión, etc. les dejaremos a las generaciones futuras. Sobre todo si la CPE, aprobada por todos nosotros en un referéndum, dice lo contrario!

Además tampoco podemos olvidarnos que esa constitución, no fue redactada por algún vecino de algún país lejano y ajeno a Evo Morales, sino por una mayoría abrumadora de copartidarios suyos, durante su primera gestión y aprobada y promulgada por él mismo. Es más, hasta estaba de acuerdo con su contenido y se sentía orgulloso de haber sido su promotor y gestor. He aquí algunos de los pensamientos y sentimientos que salían de su boca por esos años:

«El Derecho a la Vida, que significa el derecho a existir. El Derecho a que ningún ecosistema, ninguna especie animal, ningún río o lago sea eliminado o exterminado por acción de los seres humanos» (E. Morales – Decálogo 2008)

Suena churo, ¿no? Claro que si, ¡sueña hermoso! Pero la metamorfosis que el señor pachamamista sufrió de ese tiempo esta parte es tan grande, no solo en él, sino en todo su partido y en el así-llamado proceso de cambio, que solo leyéndolo debe darse cuenta de quien dijo esas palabras. Algo así como la novela del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde, en la cual el segundo, a pesar de ser una versión perversa e inservible del primero, no tiene idea de existencia de su predecesor. En otras palabras, la versión actual, no solo pretende desconocer del discurso que su predecesor tenía, sino que es filosóficamente opuesto, radicalmente vanidoso y extremadamente maligno

¡Qué pena pero hoy en día el discurso pachamamista es solo un recuerdo lejano, el cual solo puede ser usado en el extranjero, donde todavía goza del desconocimiento poblacional de sus destrozos, porque en el territorio nacional, ya todos saben que es solo eso: un discurso! Las represas de El Bala y El Chepete, la carretera por el medio del TIPNIS, la Planta Nuclear de El Alto, el permiso para el uso de transgénicos, y en fin, una larga lista de inconstitucionalidades dan fe de que el que ahora gobierna, ya no es Jekyll, sino Hyde: ¡ya no hay para qué aparentar! La cosa está clara: el discurso pachamamista, se lo aprendieron solo para ganar votos; la perorata anticorrupción solo duro mientras aprendían a robar; y el movimiento cocalero no es sino un cartel. Y, como en la novela descrita, solo queda la versión perversa y contradictoria de lo que fue o, tal vez, de lo que pudo haber sido.