Noticias El Periódico Tarija

Miguel Manzanera, SJ

(Sacerdote jesuita, teólogo y economista)

Como ya es habitual desde hace 50 años, en 1967 como un fruto del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica celebra el 1 de enero de cada año la Jornada Mundial de la Paz, basada en la proclamación de los ángeles al anunciar la venida de Jesús, el Salvador: “Gloria Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14). Así se manifiesta la relación tan profunda que existe entre la venida del Salvador y la pacificación de la humanidad.

Para este año 2017 el Papa Francisco ha elegido el tema de “la no-violencia como un estilo de política para la paz”. El  mensaje subraya la no-violencia evangélica, activa y creativa, como actitud y acción que toda persona humana, especialmente si es cristiana, debe asumir y practicar en su propia vida, en su familia y en la sociedad.

Hay que pedir a Dios que nuestros sentimientos y valores personales más profundos se conformen a la “no-violencia”, como guía del modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. “Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no-violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”.

El Papa pide el desarme nuclear y propone también un nuevo estilo de política internacional basado en la no-violencia, practicada por líderes como Gandhi o Martin Luther King. Insiste en que los líderes religiosos se impliquen en la denuncia del fundamentalismo terrorista. \»Ninguna religión es terrorista”. Tambiénsubraya el papel de la familia porque allí se aprende a convivir y a compartir. Todos podemos ser artesanos de la paz con los pequeños gestos cotidianos.

Francisco se detiene en explicar cómo Jesús también vivió en tiempos de violencia. Pero Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: “Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos” (Mc 7,21). Por eso Jesús ofrece una respuesta radicalmente positiva: “Predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla” (cf. Mt 5,39). Impidió que la adúltera fuera lapidada por sus acusadores (cf. Jn 8,1-11) y la noche antes de morir, dijo a Pedro que envainara la espada (cf. Mt 26,52). Así trazó el camino de la no-violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2,14-16).

El Papa cita también a su predecesor Benedicto XVI quien subrayó que esta actitud de la no-violencia es activa y creativa, ya que no se trata de quedarse pasivos sin hacer nada, sino de buscar medios y maneras inactivos, sino de trabajar en buscar incansablemente el diálogo sin querer imponer por la fuerza su propia voluntad.

La no-violencia “es realista, ya que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este plus viene de Dios”. “Para los cristianos la no-violencia no es una mera táctica, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la ‘revolución cristiana’”.

“El evangelio del amor a los enemigos (cf. Lc 6,27) es como ‘la carta magna de la no-violencia cristiana’, que no se debe entender como un ‘rendirse ante el mal’, sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia”.

La no-violencia es más fuerte que la violencia. No debe entenderse como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. La Madre Teresa, quien recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no-violencia activa. “En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo”. La fuerza de las armas es engañosa. Mientras los traficantes de armas se enriquecen, hay pobres que construyen la paz dando la vida sólo por ayudar a una persona, a otra y a otra.

Termina el Papa su Mensaje subrayando que la Virgen María es la Reina de la Paz. “Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guíe”. “Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla”. En el 2017 hagamos el compromiso con nuestra oración y acción de ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. “Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz”.