ANDRÉS TÓRREZ TÓRREZ
Transcurrimos las últimas horas del año viejo 2016 y en cuestión de pocas horas, estaremos inmersos en el nuevo año 2017, que con su advenimiento, renueva la ilusión y la esperanza de que sea mejor que el que pasó a la historia.
Un nuevo año no solo es un acontecimiento mundial, que vivimos cada 365 días, va mucho más allá, nos obliga a realizar el balance del año transcurrido y nos plantea las interrogantes de imaginar lo que nos depara el renovado calendario.
Esta visión abarca a todas las actividades, ya que el deporte no es la excepción, por cuanto se halla íntimamente ligada a todas las demás, pero se halla supeditada –hoy más que nunca- a la realidad económica, social y política del país.
El año viejo, ha sido pleno de acontecimientos, que no han hecho otra cosa que ratificar el gran caudal humano que tiene Tarija en el ámbito deportivo, con logros realmente espectaculares en el contexto internacional y nacional, pero lo más sorprendentes es que sin tener las condiciones, que por ejemplo, tienen los deportistas de otros departamentos.
Sin embargo, no hay que engañarse, la mayoría de los éxitos deportivos, han estado emparentados con el esfuerzo individual de los deportistas y apoyo económico de los padres de familia.
Esta realidad es producto de la postergación en que ha sido sumido el deporte en el último tiempo, so pretexto de la crisis que vive el departamento, que se ha traducido en un mínimo apoyo -pasajes e indumentaria- quedando en el olvido programas y proyectos que apuntaban, a la formación de los recursos humanos, incentivo y masificación del deporte.
Pero lo que más nos preocupa, son las consecuencias de esta política, que por otra parte ya se han dejado sentir, en la postura lógica de los deportistas de alta competencia, de buscar nuevos horizontes, donde les ofrecen mejores condiciones, que las que ofrece la tierra que los vio nacer.
Esta situación está llegando a un límite tan grave e imprevisible, que disciplinas como el fútbol, que tenían un desarrollo realmente estupendo, podrían llegar a colapsar, como una consecuencia lógica de que el sacrificio de los dirigentes, no se ve apuntalada, por la empresa privada y las autoridades.
Una de las consecuencias la vimos con el descenso de Ciclón, que apenas tuvo un paso fugaz de una temporada, luego de recuperar -después de 20 años- su plaza en el fútbol rentado, hoy estanos convencidos que si no hay un proyecto sostenible, que involucre a la región, va a ser difícil –por no decir imposible- mantener a este u otro club en la categoría profesional.
Tampoco podemos pasar por alto lo que ha significado el nuevo Coliseo Guadalquivir, primero porque fue el único aporte real y concreto que ha tenido el deporte en la gestión pasada y segundo, porque ha sido un más que justo homenaje a una disciplina que ha brindado inolvidables alegrías a los tarijeños.
En tren de seguir con los destacados, no podemos dejar de mencionar el campeonato mundial de fisicoculturismo de Esteban Zeballos, el sub-campeonato mundial de Taekwondo ITF con Valeria Vladislavic, la segunda participación del Club San Martin en la Copa Libertadores Femenina, la presencia internacional de Valeria Quispe en el atletismo y del raquetbol, que grafican lo expresado anteriormente, el esfuerzo propio y de los padres de familia.
La otra cara de la moneda son los proyectos de infraestructura, por ejemplo la Villa Olímpica, es un insulto para los tarijeños, que ven cómo se va deteriorando sin prisa y sin pausa y al paso que vamos, seguramente se convertirá en un mudo testimonio de nuestra falta de emprendimiento y sensibilidad.
Otro insulto es la Fase II del Estadio IV Centenario, en el 2013, se entregó la primera y en la actualidad – se van a cumplir 4 años- no se sabe cuándo se hará realidad la segunda, promesas van y vienen, pero de concreto nada.