Noticias El Periódico Tarija

Valorando lo que manifiestan los expertos en sentido de que la crisis económica aún no golpeó con toda su fuerza a nuestra Nación, como tampoco lo hizo con los demás países Latinoamericanos, también urge reconocer que el desempleo se presenta como el primer indicador de alerta máxima sobre la magnitud de la situación que se avecina. En tal sentido, cabe mencionar que en los países en desarrollo, más de 900 millones de trabajadores carecen de un empleo formal y al incluir los del sector agrícola la cifra se eleva peligrosamente hasta cerca de 2.000 millones de desempleados.

En ese rubro, Latinoamérica tiene los porcentajes más alarmantes, y como muchos indicadores negativos, «el desempleo es un indicador que muestra de manera equivalente, el número de puestos de trabajo que habría que crear en la economía para no subemplear a los trabajadores, ya sea por tiempo de trabajo (jornada inferior a la establecida) o por ingresos (salarios e ingresos por debajo del costo de la canasta familiar) como única forma para absorber a los desempleados».

En Bolivia, los informes señalan que el desempleo efectivo alcanza al 10.2% según el INE y más del 12 por ciento según los empresarios privados. Lo cierto es que las fórmulas que se utilizan para medir el desempleo son casi siempre poco realistas, ya que se han efectuado definiciones preconcebidas, por las que los ocupados, son aquellas personas que trabajaron por lo menos una hora en la semana, justo en la que se efectúa la encuesta, y no se incluye a quienes no estuvieron presentes en ese momento. Solo así se entiende que miles de personas que logran el pan del día de cualquier forma, no se las considera desempleadas.

A ello se debe agregar otra mala noticia que afecta/afectará al empleo nacional, y que es la caída de los precios del petróleo, situación que sin duda afecta/afectará a todos por igual ya que se restará los ingresos del país y por ende de las regiones.

Lo anterior demuestra la urgencia de un programa estructural de previsiones económicas, generación de empleo y atracción de inversiones. Esta es una situación apremiante que requiere de soluciones urgentes para enfrentar el ahondamiento de la crisis que, según las proyecciones, será mas grave de lo que cree el gobierno.

La responsabilidad sin embargo no sólo debe ser estatal. La complejidad de la problemática requiere que el sector privado se incluya, y para ello, naturalmente es imprescindible que el gobierno genere las condiciones adecuadas de seguridad para las inversiones, situación que no se da con medidas como el famoso doble aguinaldo, que según los trabajadores ya es un privilegio ganado.

La actual administración, desde el momento en que asumió el control del Estado, reconoció que el principal problema del país era el desempleo, anuncio una decena de programas destinados a crear fuentes de trabajo. Lamentablemente, todos los esfuerzos chocaron contra la muralla de la ausencia de inversiones, la ineficiencia por la corrupción, pero no puede resignarse al fracaso, sino enfrentar con decisión el problema reconociendo los errores y marcando caminos para afrontar este gran desafío aun pendiente.