Noticias El Periódico Tarija

Existe un dicho popular que reza: “La vida dura tres días y dos ya han pasado”. Ante esto es importante que nos demos cuenta que el tiempo pasa tan de prisa a nuestro alrededor que tan sólo nos damos oportunidad de ‘sobrevivir’, somos esclavos de la rutina y pasamos cada uno de nuestros días sumergidos en un sinfín de problemas y de situaciones triviales que pocos momentos libres nos dejan.


Dediquémosle algunos instantes a recordar cuándo fue la última vez que estando en alguna reunión o simplemente platicando con alguien hayamos escuchado algún comentario que dijera algo tan simple, como: “ayer vi un hermoso atardecer”, o bien, “vi a un grupo de aves volar hacia el sur”, con seguridad que no podremos recordarlo. Pensémoslo bien y de seguro que estaremos de acuerdo en que este tipo de comentarios ya no se escuchan fácilmente.

Quizás muchos pensarán que esos son comentarios superficiales y de gente que no tiene nada sobre que hablar, que mucho mejor sería discutir de temas de actualidad como la crisis económica en el mundo o la actualidad política del mismo, si bien es cierto que estos son temas de interés para todos, ya que los vivimos 24 horas al día, todos los días, también es cierto que en el mundo existen muchas cosas más que vale la pena apreciar pero que por decisión propia o de la misma sociedad nos hemos abstraído de ellas.

Vivimos en un mundo en el cual es más importante saber a cuanto esta el bolsín hoy que como amaneció nuestra madre, o bien, enterarnos sobre todos los detalles de los casos más resonantes a preguntar qué tal estará ese amigo que tenemos tiempo sin ver. Con esto queremos decir que hemos puesto a las personas en un segundo plano, que nos hemos vuelto frívolos y egoístas, que solo nos importa lo que está en ‘nuestro mundo’ y cualquier situación, persona o cosa que no pertenezca a él, no nos importa.

Nos hemos olvidado que somos las personas las que movemos al mundo y no al revés, hemos olvidado el ‘vivir’ para pasar tan sólo a ‘sobrevivir’ en un mundo regido por el caos y la complejidad.

Cuantificamos nuestro tiempo en dinero, no nos importa pasar algunas horas extras en el trabajo para ganar una mejor posición en la empresa y sentir que así podemos ganar el mundo, pero nunca nos percatamos que al hacer eso estamos perdiendo cosas tan grandes como la infancia de nuestros hijos, la oportunidad de disfrutar de nuestros padres o de visitar algún amigo. Lo más irónico de esto es que estas cosas que alimentan y engrandecen al ser humano son gratis y tan sólo nos cuestan un poco de nuestro tiempo.

Debemos convencernos de que nacimos para ‘vivir’, es así que miremos a nuestro alrededor y ante tanta grandeza, respondámonos: ¿Queremos seguir simplemente ‘sobreviviendo’?