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Raúl Pino-Ichazo Terrazas

(Abogado Corporativo, postgrado en Educación Superior e  Interculturalidad, Docente, Escritor)

¿Cómo puedo salir de las sombras?, ¿Cómo se puede perdonar a quien hizo atrocidades?, ¿Podre mantener mi identidad bajo ese apellido que es execrable para la población?, son algunas de las preguntas que se hicieron y les son recurrentes a hijos de dictadores porque avizoraban un futuro incierto.

La hija del dictador Pinochet expresa su desasosiego indicando que la gente de su país  no la entiende y está cansada, y cuenta que  cuando mantuvo una conversación con un investigador de los actos de tortura que ordeno su padre, narro que ella personalmente fue a la Dina, una especie de  policía central de investigaciones del gobierno dictatorial, para  comprobar si las personas eran torturadas o se violabansus derechos humanos; le respondieron que nadie era torturado o castigado y no se podían obtener respuestas perspicuas. Añade “mi padre se enojó cuando le conté sobre mi visita a la Dina”, “soy sincera”.

Le preocupaba intensamente la enfermedad de su progenitor que le había dicho personalmente que  sobre el tema de las tortura se le informaba diariamente, empero, no lo que sucedía en realidad, ya que se suscitaban innumerables y estremecedores casos, y cuando insistía en detalles le exponían pretextos inanes. Era solidaria  con mi padre y le creía, y  pese a ser hija de Pinochet, un hombre que transformo a mi país, yo era una mujer sencilla. Ella confirma que presenció  la redacción de  una carta de disculpa al pueblo por  el dolor que causo a la ciudadanía y lo que significa   tener el poder y conducir a delante al país. Las conclusiones del lector son inamisibles.

Alina Fernández, hija de Fidel Castro, declara en Miami que su padre con su notableinteligencia y su paladino narcisismo, nunca sería un verdadero padre. Aunque ella trato de forjar una apertura y contacto permanente, ese intento que no prospero. Sostiene la hija que la principal obsesión de su padre era difundir su ideología en el mundo. Era poderoso y omnipresente en todos los recónditos lugares de Cuba y” mi problema con mi padre es que hundió la patria donde de nací”.

Un periodista le pregunto ¿Si eventualmente muere su padre, quien muere, Fidel Castro o su padre?, Fidel Castro, respondió sin dubitación. Añade además que “no era la única que tenía ideas políticas diferenciadas, ¿que podría  perdonarle mi exilio?, no tengo rencor pero, perdonar, no.

Hermann Goering, uno de los principales  artífices del dominio nazi, aunque poseía un deletéreo poder, según sus nietos sobrevivientes  era un hombre muy querido por los nazis, en contraposición interna frente a Himmler o al ministro de propaganda. Los precitados nietos continúan con el martirologio de la investigación  de los crímenes, con la diferencia desgarradora que están en contacto permanente y dialogando con los derechohabientes de las víctimas. Es un legado terrible y doloroso.

Idi Amin Dada, el dictador ugandés que estableció un régimen de terror en su país hasta su muerte,  les instilo profundo temor a sus hijos y familiares, aun después de muerto, y temerosamente se concienciaron que debían prepararse internamente para vivir de por vida  traumatizados.

En nuestro país, con innumerables dictaduras de  menor y alta intensidad, incruentas y muy cruentas, efímeras y duraderas, los hijos y familiares  tienen ante sí un sino marcado por la inseguridad y el delirio de persecución, sumado a un delicuescente amor propio, el cual se vuelve  contra todo lo que a entender del sujeto, componente del entorno de cualquier dictador, disminuye o aniquila el disfrute de su existencia y libertad.

Estas dolorosas secuelas permanentes no germinan en regímenes democráticos;sistema de gobierno que, aun perfectible, es inherente a la libertad y respeto a  los derechos humanos que debe disfrutar, sin solicitarlos, todo ser humano.