VÍCTOR BURGUETE
@Vburguete
En la última década se introdujo en la opinión pública la idea de romper con el colonialismo y la subordinación del país a las grandes potencias para que Bolivia empezara a crecer y desarrollarse por sí misma. Al margen de si se ha conseguido o de si ha sido beneficioso para Bolivia, pues el objetivo de esta columna dominical nada tiene que ver con la política, existe otro colonialismo quizá menos visible pero que cada vez se va instalando más y más en la sociedad: el colonialismo de la lengua.
Bien sea por influencia del cine estadounidense, por el desarrollo de internet y las nuevas tecnologías, o bien por sonar más ‘cool’, el vocabulario inglés se va entremezclando con el español y sustituyendo las palabras existentes por las nuevas de origen anglosajón. Es una realidad que puede verse tanto en las redes sociales, como en las calles de la ciudad, así como en los medios de comunicación no solo de Tarija o de Bolivia sino en muchos otros países de la región.
“Fotocopias ‘full’ color”, “Di no al ‘bullying’ ”, “visita nuestro ‘stand’ “, son algunos ejemplos que se pueden observar tanto en los medios de comunicación como caminando por las calles de las principales ciudades del departamento. Que el dueño de un negocio de fotocopias quiera poner sus anuncios o sus publicidades en inglés, en francés, en mandarín o en árabe me parece estupendo pues es libre de poner en su negocio lo que le venga en gana. No obstante, no opino lo mismo de los profesionales de los medios de comunicación cuya principal herramienta es la lengua, en este caso la lengua española.
En los distintos medios de comunicación abundan palabras como ‘spot’, ‘ranking’, ‘tips’, ‘playlist’, ‘stand’, ‘stock’, ‘sponsor’, `tablets’… Podría llenar varias páginas con ejemplos. Todas estas palabras de origen anglosajón tienen su equivalente en español: anuncio, lista o tabla de clasificación, claves o consejos, lista de reproducción, expositor caseta o puesto, existencias, patrocinador o tableta. No existe por tanto la necesidad de sustituir estas palabras por las anglosajonas como sí sucede con otras que por tratarse de términos de reciente creación no tienen traducción en español como ‘blues’, ‘bluetooth’ o ‘golf’, por poner algunos ejemplos. Los medios y los docentes (de lengua en este caso) tenemos la obligación de cuidar y formar, entre otras cosas, en el uso adecuado de la lengua por lo que evitar extranjerismos que tienen su equivalente en español puede ser un pequeño paso para lograrlo.