Noticias El Periódico Tarija

Raúl Pino-Ichazo Terrazas
(Abogado Corporativo, Escritor, Catedrático)
El mes pasado se conmemoro el día internacional del libro, ocasión para reflexionar sobre la cardinal importancia y la incontrastable influencia y utilidad del libro, desde sus orígenes incipientes, empero, esta reflexión debería ser cotidiana. Cuando apareció el libro como tal hubo incertidumbre y ansiedad porque se acumularían muchos libros y el cerebro no podría registrarlos; afortunadamente el cerebro es superior a la computadora ya que esta y el internet se los contempla como el dorado de la ampliación del conocimiento, y la revolución digital no se sabe a ciencia cierta a donde nos dirigirá; lo que tiene certeza es que nunca dejaremos de leer y consecuentemente el libro no desaparecerá, porque quien crea un libro quiere poseerlo tangiblemente y la alegría espiritual que produce al autor la publicación de un libro es inenarrable y la sensación de realización personal es única.

La palabra libro tiene su origen etimológico en el vocablo latino líber; un término vinculado a la corteza del árbol. Un libro es un conjunto de hojas de papel o material semejante que, encuadernadas, forman un volumen. Muchos preguntan ¿Cuantas hojas deben escribirse para que ostente la denominación de libro?, según la Unesco, un libro debe tener mínimo 49 hojas,  en caso contrario es considerado como opúsculo o folleto.

Por lo general se conoce como libro a toda obra literaria, científica, sociológica, académica o de otro tipo que cuente con la extensión necesaria para formar un volumen. También se pregunta si todo libro es un ensayo; definitivamente no, ya que todo ensayo debe ser reflexivo, creativo, con un desarrollo pulcro y puntual de la inquietud profunda del autor con el tema que trata.

Existen libros digitales que no poseen hojas sino que constituyen archivos para leer en una computadora o un dispositivo electrónico especifico, pero nuestro cerebro separa lo virtual de lo objetivo. Existiendo también los audiolibros que es el registro de alguien leyendo, para que sea accesible  para los no videntes, aunque ya cuentan con la lectura en el sistema Braille.

En el ámbito educativo se hace uso de los libros en distintas asignaturas, existiendo el libro de la escolaridad que es un documento administrativo para registrar las calificaciones en la etapa de formación en los diferentes ciclos, y los estudiantes usan el libro de texto que les sirve de guía.

También se usa la expresión coloquial de libro de cabecera que se mantiene en la mesa de noche  para leer antes de dormir; utilizando la misma expresión para definir a los libros dentro de la materia, siendo para las personas que se dediquen a dicha materia las bases fundamentales y es vital que las estudien leyéndolas; también existe la expresión libro de familia, que es una publicación donde se incluyen los datos de una familia en relación con el estado civil y todas las vicisitudes de la vida. En la actividad teatral se dice libro al libreto de una obra dramática y, en zoología, es la tercera cavidad de las cuatro en un estómago de rumiante.

Finalmente es ineludible citar que cada persona que termina de leer un libro genera en su ámbito cognitivo una multiplicidad de imágenes y sensaciones intimas tan maravillosas que nos hacen admirar la capacidad y la indestructibilidad de la inteligencia del hombre, que es una imagen y semejanza de Dios, siendo Dios quien primero entrego un libro a Moisés.