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MAX SEITZ/BBC MUNDO
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El mundo ha sido testigo de muchas huelgas desde que los trabajadores empezaron a tomar conciencia de su situación y a exigir mejoras en sus condiciones laborales.
Muchas movilizaciones gremiales -que tomaron fuerza en el último siglo y medio- fracasaron.
«Pero algunas lograron cambiar el rumbo de la historia», le dice a BBC Mundo Richard Hyman, profesor de Relaciones Industriales de la London School of Economics.
egún Hyman, son aquellas que impulsaron grandes transformaciones en los derechos de los obreros o bien iniciaron grandes movimientos de reforma política, social y económica, e incluso sembraron la semilla de revoluciones.
«Es difícil hacer una selección, pero se podría decir que unas pocas fueron muy importantes en ese sentido», añade el académico.
En el Día Internacional de los Trabajadores, que se celebra este 1º de mayo, BBC Mundo recuerda cuatro huelgas que cambiaron el mundo.
1. EE.UU.: la revuelta de Haymarket (1886)
Este hecho es, precisamente, el que se conmemora con el Día Internacional del Trabajo: el violento desenlace, en 1886, de una huelga en las fábricas de Chicago, que por entonces era el segundo polo industrial de EE.UU.
La Federación Estadounidense del Trabajo había convocado a una protesta el 1º de mayo para exigir una jornada laboral de ocho horas.
Una nueva ley les daba ese derecho a los empleados de oficinas federales y de obras públicas, pero no a los obreros industriales.
La huelga llegó a movilizar a unos 350.000 trabajadores en todo el país, pero tuvo su epicentro en Chicago, donde los trabajadores tenían jornadas de hasta 14 horas.
La tensión con las patronales llegó a su punto más álgido el 4 de mayo, cuando los gremialistas convocaron a una manifestación en el parque de Haymarket, a la que asistieron unos 20.000 obreros.
Durante el discurso del anarquista Samuel Fielden, un desconocido arrojó una bomba contra la policía. Un agente murió y otros 60 resultaron heridos.
Cundió el pánico y las autoridades abrieron fuego contra la multitud. El incidente acabó con 38 obreros muertos, además de un centenar de lesionados.
Varios dirigentes sindicales fueron ahorcados un año después tras un cuestionado proceso judicial.
A los obreros que dieron su vida, durante aquellas protestas se los recuerda como «los mártires de Chicago» y, desde entonces, los sindicatos ganaron terreno en todo el mundo.
«Sin embargo, la influencia que llegaron a tener los gremios en las décadas de 1970 y 1980 comenzó a declinar en los 90 por influencia del neoliberalismo y la austeridad», le dice a BBC Mundo el profesor Richard Hyman, de la London School of Economics.
«En muchos países, las huelgas son impopulares y los sindicatos han perdido autoconfianza».
Para Hayman, no obstante, hoy parecen más necesarios que nunca.
«El mundo enfrenta muchos nuevos retos en el ámbito laboral, vinculados por ejemplo con la inestabilidad del empleo y la esclavitud, de modo que los gremios deben revisar cómo se organizan y sus formas de protestar para adaptarse a los tiempos que corren».
2. Rusia: la semilla de la Revolución (1905)
En enero de 1905, campesinos y obreros se unieron a la clase media rusa para protestar contra la opresión del imperio del zar Nicolás II y exigir mejores condiciones laborales.
En las zonas rurales se produjeron tomas de tierras y se creó el sindicato de agricultores.
Las movilizaciones acabaron en violencia cuando el 22 de enero una marcha pacífica hacia el Palacio de Invierno del zar, en San Petersburgo, derivó en una sangrienta confrontación con la Guardia Imperial que dejó entre decenas y centenares de muertos.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la cifra de víctimas fatales, pero sí se refieren a ese hecho como el «Domingo sangriento».
A partir de ahí cientos de miles de trabajadores en todo el imperio entraron en huelga y crearon consejos conocidos como soviets. Reclamaban el derecho a la tierra, ocho horas de jornada laboral y mejores condiciones de trabajo.
Pero a estas demandas se sumaron las políticas: libertad de expresión, derecho a formar partidos políticos y un Parlamento elegido por el pueblo. Uno de los grupos más activos en aquel momento era la facción bolchevique liderada por un tal Vladimir Lenin.
Nicolás II terminó capitulando.
«El zar permitió el establecimiento de un Parlamento, pero lo disolvió dos años después, lo que sembró la semilla para la Revolución de 1917», comenta Famil Ismailov, editor del Servicioo Ruso de la BBC.
3. Polonia: Lech Walesa y el movimiento Solidaridad (1980)
Una de las huelgas que cambió el mundo tuvo lugar en Gdansk, Polonia.
Comenzó el 14 de agosto de 1980, cuando unos 17.000 trabajadores tomaron control del astillero Lenin para protestar por el aumento de los precios de los alimentos, entre otros asuntos.
Su líder, Lech Walesa, logró eludir un intento de arresto por parte la policía secreta, trepó la entrada del astillero y se sumó a los obreros que habían ocupado las instalaciones.
Pronto, trabajadores de una veintena de fábricas de la zona se sumaron a la huelga como un gesto de solidaridad.
Más de dos semanas después, luego de negociaciones con el gobierno comunista de Polonia, Walesa apareció ante los obreros del astillero y dio un histórico mensaje: «¡Tenemos un sindicato independiente que se autogobierna! ¡Tenemos el derecho a huelga!».
Walesa y el vice primer ministro Mieczyslaw Jagielski habían firmado un acuerdo para responder a las principales demandas de los trabajadores.
Fue la primera vez que un gobierno comunista puso en práctica dos derechos consagrados en las convenciones de la Organización Internacional de Trabajo: el de organizarse libremente y el de realizar huelgas.
«Cumplí con mi trabajo allí», dijo recientemente Walesa en una entrevista con la BBC. «Luché contra el comunismo y hoy prevalece la democracia».
4. Brasil: Lula y los metalúrgicos (década de 1970)
En la década de los años 70, los obreros industriales de Brasil -la mayor economía de América Latina- realizaron una serie de huelgas para reclamar aumentos salariales.
Fue la primera vez que los trabajadores se organizaron a gran escala en el país para desafiar al gobierno militar.
Los sindicatos afirmaban que el régimen había manipulado a la baja las cifras de inflación y demandaban una actualización de los sueldos.
En 1979, más de 170.000 obreros metalúrgicos paralizaron el corazón industrial de Brasil, Sao Paulo, con enfrentamientos entre las fuerzas armadas y los manifestantes.
El gobierno militar finalmente aceptó ajustar los salarios cada semestre.
Las huelgas fueron protagonizadas por el sindicato de obreros metalúrgicos, cuyo líder era Luiz Inácio Lula da Silva.
Llevaron a la creación del Partido de los Trabajadores (PT), uno de los principales partidos políticos hoy en día.
Después de postularse varias veces sin éxito, Lula acabaría llegando a la presidencia de Brasil (2003-2010).
Sus iniciativas que lograron reducir la pobreza en el gigante latinoamericano lo convirtieron en uno de los líderes más respetados a nivel mundial.
Pero también su lucha para lograr mayor equilibro de poder entre los países ricos y emergentes.
«Debemos convencer al mundo de que no hay razón para que América Latina o África no estén representadas en el Consejo de Seguridad de la ONU», dijo cuando todavía era mandatario en una entrevista con el programa de la BBC Hardtalk.