En estos últimos años, las provincias han despertado, sobretodo por la mayor cantidad de recursos económicos con los que cuentan y el surgimiento de liderazgos que le han dado otra fisonomía al Departamento. Los Subgobernadores, encarnaron la rebeldía «provinciana» en relación al poder centralista de la Capital y del Gobernador de turno, porque más allá de si no se justifican o chocan con los Alcaldes en competencias, ellos han sabido traducir la frustración de siempre pues fueron elegidos por la gente que rechaza el típico «dedazo» que impone. De esa manera muchas decisiones comenzaron a tomarse en cada pueblo sin tener que consultarle a nadie, proceder no tan positivo del que se abusó en la administración del dinero encarando obras no prioritarias, sobredimensionadas y de altísimos costos… pero ese no es el hecho, el fondo de este tema radica en esa «autonomía» para decidir a quien elegir y que hacer con su propio destino.
Lo importante ahora, es que una vez que se ha alcanzado cierto equilibrio de desarrollo entre la capital y las provincias, se aproveche para caminar al mismo paso y en sintonía para trazar un futuro incluyente, en el que todos avancen en función de una agenda departamental que impulse a cada región en relación a sus propias características y potencialidades. La responsabilidad que tienen nuestros líderes y autoridades para consolidar la unidad departamental es muy grande, se ha trabajado durante décadas para «marcar diferencias» entre la capital y las provincias y eso ha sido aprovechado por algunos políticos que han sacado importante tajada tocando «la fibra» del ciudadano dependiendo donde se encuentre.