SAÚL CARDOZO/ BOLINFO/ TARIJA
(elPeriodico- septiembre 24/ 2018) La historia de Carla R, comienza con el relato de lo pequeñito que es un detalle, como es un regalo, así indica una joven yacuibeña que lucha por olvidar a su “amor”, Manuel, con quien tuvo un largo noviazgo que terminó súbitamente cuando este desapareció, supuestamente, en el intento de hacer pasar droga a la Argentina.
Ella vivió una época de abundancia a su lado, sin saber que el dinero que gastaban provenía del narcotráfico, actividad a la que secretamente se dedicaba su novio.
“Nunca consumí ni hice negocios con drogas, y si me animo a contar mi historia es porque aún tengo la esperanza de que Manuel, esté vivo y pueda darme una señal de vida”, añadió.
Contó que a sus 17 años, inició su tortuosa historia de amor, puesto que conoció de vista a Manuel, quien en ese entonces, tenía aproximadamente 25 años y no la dejaba de mirar desde una mesa, mientras tomaba cerveza con unos acompañantes algo mayores que él.
Ese año Carla cursaba tercero medio -ahora está en quinto de secundaria-, y como es común, conversaba sobre jóvenes con sus compañeras de curso; precisamente fue una de ellas que le contó que un joven estaba interesado, contándole además que ese pretendiente era de buena situación económica.
La amiga le dijo que el joven andaba preguntando “mucho”, como tratando de llamar su atención.
Una amiga de Carla llegó a los pocos días nerviosa al colegio, y en el recreo le entregó un teléfono celular, diciéndole que le mandaba un chico que estaba enamorado de ella.
Al encenderlo, Carla encontró un fondo de pantalla en el que había un corazón, que tenía inscrito “C y N”, inmediatamente supo de quien se trataba.
Ella era de condición social austera y se quedó con el teléfono al ser este de última generación.
Empezó a intercambiar mensajes con Manuel, con quien finalmente se encontró de nuevo cara a cara un día viernes, a la salida del colegio, cuando él desde su automóvil, la siguió rumbo a su casa a media marcha, tratando de entablar una conversación que terminó en una invitación para salir a una discoteca esa misma noche, lo que aceptó.
“Él era pulcro, se hacía las manos en el spa –manicura- siempre estaba con ropa limpia y su olor era de perfumes de marca, le gustaba mucho la plata, se compraba collares como manillas, que coleccionaba”, relató.
El hombre empezó a comprarme ropa y joyas de plata para que combine con lo que él usaba.
“A las fiestas que íbamos siempre habían otras chicas lindas, yo también empecé a vestirme a la moda, era divertido ir de compras una vez al mes a las tiendas de Santa Cruz”, relata Carla.
Mencionó que los padres de Carla, participaban en las charlas nocturnas que realizaban en las aceras del barrio, donde los vecinos sacaban sus sillones para matear y hablar de todo.
Allí, una noche, uno de los vecinos vio que Manuel llegó en un auto de lujo para recoger a Carla, acto tras el que, en tono inocente, alguien le comentó al papá de la joven que “ese chico trabajaba con la blanca”, actividad de la que aseguró provenía todo su dinero.
Inmediatamente, el padre de Carla le increpó aconsejándole que no sea un “viejo metiche”, a lo que su interlocutor, sonrió advirtiéndole que mejor cuide a la hija porque “ese pelao” joven- se la iba a llevar.
El padre le contó lo sucedido a Carla, que no aguantó la curiosidad y finalmente le preguntó a Manuel de dónde sacaba el dinero para mantenerse, a lo que él contestó con una mirada que ella jamás le vio, diciéndole que ese tema no le importaba a ella.
Ante la insistencia, Manuel le dijo que la casa en la que vivía y todas sus cosas, eran una herencia que le dejó su padre fallecido, al agregar que su madre al enviudar, lo abandonó por irse con otro hombre.
Carla era envidiada por sus amigas, recibía constantemente dinero que no podía gastar, lo compartía con su madre que era la encargada de las finanzas en casa, pero un día, su padre se enteró, por lo que prohibió que se reciba en esa casa “cristiana” cualquier aporte de la muchacha, suponiendo que venía del novio. (eP).
EL APUNTE
La peligrosa relación
Un día, luego de una fuerte discusión en casa por motivo de la relación, Carla decidió ponerle fin al noviazgo, y ahí fue que conoció una parte de Manuel que jamás había visto, pues él reaccionó violentamente, sin dejarle bajar del vehículo que condujo furibundamente hasta llegar a su casa, de donde sacó una pistola, con la que le apuntó, luego se la puso él en su cabeza, diciéndole que si se atrevía a dejarlo, se mataría.
Sintiéndose obligada, jamás volvió a tocar el tema con su novio, que la invitó al día siguiente a cenar como si nada, llevándole un gran peluche.
Las amigas de Carla tenían noticias, se enteraron por “chicas de la noche” que el novio era un narcotraficante, que además era violento y temido por haber participado en una balacera de una disco famosa de esa ciudad.