Noticias El Periódico Tarija

CULTURA COLECTIVA

Eta historia retrata el amor y el desamor desde los ojos de una chica con el corazón roto.

QUERIDO DIARIO

Hola, sé que han pasado muchos días y no he abierto tus páginas. Creo que, por un momento, tuve un bloqueo emocional y olvidé –aunque suene raro– cómo escribir. Pero he vuelto para contarte que hace, no mucho, tuve las peores 24 horas de mi vida. Sí, ya sé que eso dije a los 8 años cuando mi perro se perdió, lo repetí a los 17 cuando mi mamá se enteró de que ya no era virgen y luego hace un par de años al verme graduada sin un camino que recorrer. Pero te juro, querido diario, que éste sí fue el día más desafortunado de mi vida. Nunca tuve tanto miedo ni tanta desilusión, jamás sentí ese piquete en el estómago que anunciaba el fin, nunca lo vi venir.

Él, mi vida entera, se fue para siempre. También sé que ya lo he dicho y que siempre vuelve a llamarme, pero esta vez es distinto, es definitivo. Ya pasaron más de 20 días y ni siquiera abre sus mensajes, me bloqueó y se mudó de casa. Se fue para siempre.

Así que necesito que recibas mis letras, que entiendas mis sentimientos en estos jeroglíficos y que no me juzgues, que me des un espacio para reflexionar y que guardes este relato. Posiblemente releeré mis palabras mañana, pasado mañana, en 15 días, en un año y seguiré sintiendo un pellizco en el corazón como el que casi me mata hoy.

12:00 am

Terminaba una patética película en Netflix y mi cabeza yacía sobre su pecho, empezaba a soñar cuando él me pidió que fuéramos a la cama. Debíamos descansar. Me tomó de las manos y de pronto me jaló hacia su pecho, como si quisiera que escuchara su corazón. Latía con regularidad. Me mantuvo así un par de minutos y caminamos tomados de la mano hacia la habitación.

1:23 am

No podíamos dormir, pero él me daba su calor. Como todas las noches que pasábamos juntos, enredábamos nuestros pies y platicábamos alguna anécdota de cuando éramos niños. Sin embargo, él estaba muy callado. Habían pasado sólo 10 minutos y él se giró a la derecha… Zafó sus pies de los míos.

2:30 am

Él no se movía, sólo estaba volteado de su lado de la cama. ¿Le pasaba algo? Claro que sí.

3:46 am

Todo igual, me levanté y me fui al sofá. Tomé una copa de vino. Me angustiaba saber qué pasaba, pero él dormía… o eso fingía. Así pasé una hora, bebiendo vino y pensando en qué pudo haber pasado para que las cosas se tornarán tan raras de un momento a otro. Me terminé una botella y media. Hizo efecto, ya sabes que no soy muy buena reaccionando al vino tinto.

4:50 am

Alcoholizada, mareada y sexy: así me sentí. Segura de mí, caminé despacio a la recámara. Él estaba de lado con su teléfono en la mano y me miró algo enojado, pero también comprensivo. Creo que me hizo un espacio en la cama y abrió las cobijas, pero mi reacción fue quitarme la ropa y lanzarme sobre él. Pero ¿sabes que hizo? Me rechazó no una ni dos, sino tres veces. Me dijo que no quería tener sexo porque yo estaba ebria. ¿Puedes creer ese absurdo pretexto? Ni yo…

5:10 am

Me recosté medio desnuda con la peor decepción de la vida. Mi novio, ese que tanto me deseaba, ahora me rechazaba y recordé el abrazo previo a irnos a la cama. Era una ¿despedida? Lo dudé, créeme que lo dude, querido diario. De pronto me abrazó, muy fuerte y susurró: «Perdón, ya no puedo» y se levantó de un salto.

6:00 am

Supuse que se refería al sexo y me acurruqué en mi sitio, pero lo escuché vestirse y acomodar cosas. De pronto y a lo lejos empezó a hablar. No recuerdo mucho salvo un par de frases que me duele escribir, las tacho y vuelvo a poner… Se estaba yendo para siempre. Sólo diré la frase que más me impactó: «Eres inestable y conocí a algu

7:30 am

Creo que me dormí unos 20 minutos, o quizá fue una hora y media. Luego desperté aturdida. ¿Qué hice yo?

8:00 am

Mi cama lo extraña, yo lo extraño, y en este momento más.

9:00 am

Todo igual, mi café también lo extraña y mi cuaderno de dibujos lo necesita en sus páginas.

10:05 am

Tomé un baño esperando que en cualquier momento entrara por la puerta y me diera un masaje con jabón, pero nunca pasó, Quizás uno de esos dibujos que tanto reclama mi cuaderno podría traerlo de vuelta, o quizá no, pero no perdía nada con intentarlo. De cualquier manera, a él le gustan mis dibujos.

11:00 am

Me plasmé en ellos, su ausencia y el amor que le tengo… nunca llegó. ¿Fui yo y mi botella de vino o acaso fue la costumbre? De fondo me acompaña «My Silver Lining» y no le veo el fin a su castigo, porque tal vez era sólo eso: un castigo.

12:15 pm

Repetí y repetí la canción hasta que me quedó claro que no volvería y, de pronto, caí en un profundo sueño del que no desperté hasta unas 4 horas después con la cara llena de lágrimas y los brazos entumecidos sobre una almohada. Mi corazón no dejaba de palpitar al ver cómo es que unas simples líneas y colores sencillos podían describir mis emociones en ese momento. Yo había dibujado mi vida y mi futuro en u cuaderno y él ya no aparecía en él, pero no fue mi culpa. Yo no le pedí salir de mi alma.

4:50 pm

De verdad no iba a volver.

5:13 pm

 Quizá necesitaba verle y que me explicara paso a paso lo ocurrido o por qué ella era mejor que yo. Es más, merecía que me dijera quién era ella.

6:30 pm

Otra botella de vino. ¿Qué más da? Él ya no estaba para enojarse, ya no necesitaba de nadie ni de nada. ¿Para qué seguir en esta tormenta de sentimientos si había un buen vino en la cocina? Al final no necesitaba más que olvidarlo y sacarlo de mi mente. El alcohol seguro ayudaba.

7:33 pm

Alcohol y mis dibujos, ¿qué más? Mucho vino, muchos colores y una nueva yo. Al menos en el papel era feliz, aunque sólo era un engaño vil y absurdo.

8:50 pm

Me recosté a dormir por 4 horas, mismas que soñé con él. No pude evitar volver a abrazarlo, a besarlo y a hacerle el amor. Él se me clavó en los sueños como en el corazón y no hubo manera de sacarlo. Simplemente pasó. Sólo lo sentí y no tuve ningún impedimento en abrazarle ni en decirle que lo amaba, pero de pronto, desperté ahogada en mis lágrimas.

12:14 am

«Las buenas cosas le llegan a quien espera». Y yo ya esperé mucho, fueron más de 24 horas, han sido días de angustia y cansancio, de dolor y desamor, pero no me queda más que dibujarle el amor y escribirle el deseo. Llorarle mis sentimientos y esperar a que el corazón vuelva a latir.

Y eso, querido diario, fue mi calvario absurdo. Lleno se sentimentalismo y melancolía que ya debería haber superado; no obstante, he aprendido a vivir con él. El dolor es parte de mi vida y de mi rutina. Como decía mi abuela, «a todo se acostumbra uno, menos a no comer», y estoy decidida a acostumbrarme a no tenerlo cerca y a lidiar con mi amor, ¿qué más me queda?

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