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ECOOSFERA

Todos sabemos que a los perros se les entrena –incluso hay los que hacen yoga. Pero, ¿qué hay de los gatos? ¿Es posible hacer que nos entiendan? ¿O debemos resignarnos a su carácter imperioso?

Los gatos son, en general, menos sociables que los perros. Pero son igual de inteligentes que éstos últimos, y pueden aprender lo que queramos enseñarles. Y ya que es normal que nuestro gato tenga conductas problemáticas, saber cómo entrenarlo es clave si queremos evitarlas y fortalecer nuestros lazos con él.

Lo primero que debes hacer es hacerle entender a tu gato que no eres su esclavo, y que no puede hacer todo lo que quiera.

Pero debes tener cuidado, pues los gatos no entienden como los perros –mediante regaños o castigos. Al contrario: estos pueden hacer que tu gato se empecine más en hacer lo que no debe o que se esconda de ti.

Por eso, debes alejarlo desde pequeño de lo que no debe hacer. ¿Cómo? Rodeándolo de juguetes que lo mantengan ocupado. Lo bueno es que no tienes que estar horas jugando con él, sino que sólo debes atrapar su atención para que se quede distraído durante un largo rato y se olvide de cualquier otra cosa.

La ventaja con los gatos es que fácilmente disciernen entre lo que es suyo y lo que no lo es, así que en el corto plazo verás que tu gato ya no insistirá en rasguñar o morder tus objetos, y en cambio entenderá cuáles son sus juguetes.

Para generar una mejor comunicación con tu gato, también puedes hacer que entienda su nombre.

Sólo tienes que hacerlo asociar su nombre con una recompensa, mediante el sonido de la bolsa donde estén sus treats.

  • Di el nombre de tu gato
  • Estruja la bolsa de treats en tus manos
  • Dale un treat

Haciendo esto unas cuantas veces seguidas y de manera cotidiana, tu gato comenzará a asociar el sonido de su nombre con la recompensa, y sabrá responder. Después, responderá a su nombre sin que sea necesaria la bolsa. Pero si quieres reforzar su entendimiento, puedes recompensarle con caricias o jugando con él cuando atienda a tu llamado.

Extra hack: este método funciona también para que tu gato aprenda a sentarse. Sólo haz lo mismo pero indicándole que se siente.

¿Y si mi gato pierde el control?

Contrario a lo que podrías pensar, tu gato no tiene malas reacciones porque esté queriendo demostrarte su enojo o algo por el estilo. Lo que sucede es que los felinos reaccionan muy mal al estrés, el cual puede ser disparado por viajes largos, mala salud o alguna otra situación específica. Y esto es lo que provoca malos comportamientos, así como, a veces, la depresión.

Primero cerciórate de que tu gato esté bien de salud, y que nada esté perturbando su cotidianidad. Debes tener su alimento alejado de su agua, ya que los gatos relacionan su comida con un cadáver en descomposición; por eso no les gusta tenerlo cerca del agua que toman. Los gatos son muy pulcros, por eso debemos cuidar estos detalles.

Pero si repentinamente tu gato se comienza a portar mal sin razón aparente, no desesperes. Más bien, intenta distraerlo, como dijimos anteriormente. Si la mala actitud persiste, haz que la relacione con cosas que le molesten, como por ejemplo, las esencias cítricas –como la citronela. Puedes rociar un poco del aceite de esta hierba en la zona donde tu gato esté haciendo desmanes.

Prueba la “corrección remota”

Puedes prevenir que tu gato se porte mal con la corrección remota. Por ejemplo, poniendo bolitas de algodón con esencia cítrica en los lugares donde esté haciendo travesuras. También puedes probar usando sonidos que le molesten cuando esté ahí, como puede ser el sonido de un silbato que lo espante. Eventualmente dejará comportarse mal en esas zonas –pues también va a relacionar lo que le molesta con sus acciones.

Y si en una sesión de juego se pone muy agresivo…

Prueba dejándolo solo. Enciérralo en la habitación donde se encuentre para que se tranquilice, y demuéstrale que cuando tenga esos comportamientos ya no jugarás con él.

Por supuesto, no olvides recompensarlo cuando haga algo bien, y trata de pasar tiempo a su lado: refrendar lazos es lo más importante a la hora de querer educar a cualquier mascota.