Noticias El Periódico Tarija

Acérquese y anímese a caminar por el hospital San Juan de Dios de la ciudad de Tarija, así se constatará dejadez y el olvido en el que se encuentra, quien piensa que lo que sucede es el resultado de dos o tres años de descuido se equivoca, es el producto de más de una década y media de actitudes que rayan en la negligencia y el no importismo. Recordemos que en cuanto a infraestructura y equipamiento hasta hace poco este centro médico era responsabilidad del municipio de la ciudad capital y si se quieren buscar causantes de esta realidad también habrá que hacerlo por ahí, el tema no es inventarse culpables porque si, sucede que la salud pública ha quedado expuesta, el pueblo esta en riesgo y no es algo que debamos subestimar. Querer encontrar responsables en la Dirección del Hospital nos parece quedarnos en la vereda del frente a la puerta de entrada de esta casa, nos quedamos lejos de realmente encontrar la otra punta del ovillo pues los problemas son estructurales y profundos y las decisiones para superarlos se toman en otros niveles de poder, aquellos que disponen directamente el destino de los recursos con sus debidas justificaciones. Paredes carcomidas, despintadas y envejecidas, habitaciones donde lo menos que se puede pensar es que cobijen a un enfermo, ambientes totalmente deteriorados que atentan contra la armonía de quienes laboran allí, equipamiento en mal estado por los años de uso y el nuevo sin funcionar por desperfectos que demoran meses en ser solucionados. Una mala actitud en general del personal tal vez por trabajar en condiciones más que cuestionables y es que no puede ser de otra manera si se lo hace en un nosocomio con dotación de agua potable más que limitada, energía eléctrica de la manera más precaria, provisión de oxígeno deficitaria e insumos que escasean.

Las obras de refacción y ampliación son un paliativo a las grandes deficiencias que presenta el hospital, totalmente colapsado ante el crecimiento vegetativo de la población a la que no se le dio otras alternativas de atención médica por lo que todos terminan en este centro, convirtiéndose en un peligroso cuello de botella que pone en riesgo la salud de la gente. Después de más de 25 años, ya se debería pensar en un nuevo hospital, moderno, con proyección de por lo menos dos décadas, ubicado estratégicamente y dotado de los servicios elementales y de personal capacitado, que garantice una atención en salud de acuerdo a las demandas de la población.