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«El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta».
-Jacinto Benavente
¿Acaso Jacinto Benavente tiene razón cuando afirma esto? ¿Es verdad que los celos no se refieren a qué tan apartados estemos de nuestra pareja o a los coqueteos que muestra cuando está a nuestro lado? ¿Todo está en la mente? Seguramente todos hemos sido presa de los celos. Esos que explica con maestría Homero Simpson: los celos, asegura, ocurren cuando te preocupa que alguien te quite algo que posees y sí, muchos criticarán esto porque no poseemos a las personas, pero en el inconsciente y los instintos más básicos, cuando tenemos una relación es un hecho que las poseemos.
Estar con esa persona, sentirnos parte de una relación y, en ocasiones, no permitir que nadie más entre, se convierte en el patrón de las relaciones estables. Somos víctimas de nosotros mismos y de esa relación que en algún momento parecía perfecta. Existe amor, eso es un hecho, pero cuando vemos su rostro al hablar con alguien más o sin querer nos damos cuenta de que la llamada que tiene y parece tan amena es con una de sus amigas, ese bienestar que el amor provoca se convierte en un malestar provocado por los celos.
Toda relación lleva esta carga y a veces es inevitable que la lleve a su fin. Estar celoso es parte de todas las relaciones por ese miedo que tenemos cuando sentimos la amenaza de perderlo, pero en ocasiones nos damos cuenta de que esos celos no están bien y no entendemos por qué nos sentimos así, nosotros mismos sabemos que «nuestra pareja nunca nos haría eso».
Divagamos, le damos vueltas al asunto y sin poder aceptar la realidad, nos negamos a descubrir lo que sabíamos con antelación: los celos son un reflejo de nuestra inseguridad o de lo que nos pasó anteriormente.
Cuando se trata de una experiencia previa, nos duele el alma cada vez que recordamos nuestra tortura pasada: los besos que dio sin que nosotros supiéramos; las veces que, como a nosotros, a alguien también le dijo que la o lo quería; y por supuesto, el horrible momento en el que supimos que nos mentía. Entramos en un estado de ansiedad cuando pensamos en el dolor que nos causaron, pero si hablamos de lo que nos preocupa con nuestra actual pareja, es mucho más sencillo que entienda que tal vez tardemos un poco en superarlo, pero con su apoyo lo lograremos.
Si por el contrario se trata de los celos más comunes basados en inseguridades, el tratamiento es interno. ¿Qué pasa que no tenemos el suficiente valor como para confiar en los demás? Somos débiles pero esto no tiene por qué continuar. Si tan sólo nos diéramos cuenta de lo valiosos que somos, nos respetaríamos más y los celos constantes desaparecerían.

Nos hace falta autoestima. Necesitamos que nuestra pareja nos confirme quiénes somos, cómo nos sentimos, lo bellos que somos y lo mucho que le importamos. Nos sentimos amenazados con cualquier cosa, con las más pequeñas muestras de coqueteo o muecas de engaño. Saltamos fúricas o fúricos cuando sentimos que alguien se acerca a nuestra pareja, sin darnos cuenta de que al igual que nosotros, él o ella también puede tener amigos.

Así que si no puedes lidiar con tu problema de celos, realiza una introspección y un análisis de tu relación y observa si eres tú o tu pareja quien está equivocado.