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La relación entre obreros y patrones se ha caracterizado por estar siempre en contra ruta, enfrentados, porque supuestamente lo que unos exigen atenta contra el interés de los otros…y no es tan así. Esa odiosa diferenciación ha logrado generar un clima tenso entre empleador y empleado de manera innecesaria bajo la óptica de que el empresario sólo quiere lograr más utilidad gastando e invirtiendo lo menos posible y el trabajador ganar lo más posible, tener más beneficios, con menos horas laborables y sin demasiado esfuerzo. Ambos aspectos no son tan reales pero han servido para generar lo ya mencionado.
Debemos partir del principio que ambos están en el mismo barco, comprender que sin empresa no hay trabajo y sin empleados no hay empresa que se sostenga porque no producirá nada y quebrara. Que ambos se necesitan mutuamente, que ninguno puede abusar de esa dependencia, ni el empresario exigiendo más de la cuenta sin pagar lo justo ni el empleado queriendo sacar el mayor provecho a costa de la empresa. La gallina de los huevos de oro es la empresa, y de ella vive el empresario y los trabajadores, querer descuartizaría porque creemos que adentró hay más oro todavía es un grave error que terminara hundiendo a unos y otros. Si no logramos marcar equilibrio en esta relación, los problemas y desentendimientos seguirán vigentes y en vez de verse y tratarse como aliados necesarios que deben «empujar el carro» hacia el mismo lado.