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Cultura Colectiva 

El diablo o la figura de un ser maligno en cualquiera de sus representaciones ha sido uno de los personajes más controvertidos y temidos en la historia de la humanidad. Prácticamente la gran mayoría de las culturas del mundo tienen una representación del mal en sus leyendas y relatos que sirven para atemorizar, aleccionar o hacer una alegoría sobre la eterna lucha entre las fuerzas de la bondad y la corrupción.
Atendiendo a los relatos de las mitologías y religiones alrededor del orbe, estas fuerzas diabólicas no sólo se limitan a esparcir el mal mediante diversos medios en el mundo exterior, sino a hacerse sentir en los seres humanos cuando toman posesión de sus cuerpos, invadiendo su mente, cambiando por completo su actitud y obligándolos a padecer un riguroso castigo físico que puede conducir al poseso a la muerte.
Sólo los sacerdotes y sabios de los pueblos o comunidades eran capaces de pelear de manera cruenta y directa con estos espíritus o demonios por medio de exorcismos, rituales en los cuales sus conocimientos les ayudaban a encontrar la manera más eficaz de expulsar a estas entidades de las almas de los posesos y regresarles su tranquilidad.
Con la aparición de disciplinas como la psicología y, sobre todo, la psiquiatría, los casos de posesiones dieron un giro radical para ser catalogados como trastornos mentales: la capacidad de los posesos de hablar en otros idiomas o romper correas con fuerza sobrehumana se le achacó a padecimientos mentales como demencias, esquizofrenia o trastornos bipolares.
Pese a lo anterior, en pleno siglo XX sucedieron diversos casos en los que la medicina no fue capaz de ofrecer respuestas ni soluciones contundentes a conductas anormales de individuos que de pronto vieron cómo su mente se desequilibraba y sus cuerpos realizaban acciones antes imposibles. Uno de los actos más famosos sobre posesiones diabólicas y su consecuente exorcismo ocurrió en abril de 1982, en Italia. El entonces nuevo pontífice de la Iglesia Católica, Juan Pablo II, que llevaba tan sólo cuatro años al frente del cargo, recibió una petición de parte del obispo de la diócesis del pueblo de Spoleto para practicar un exorcismo a una joven llamada Francesca F., quien de pronto presentó conductas agresivas con su propia familia.
El joven papa aceptó recibirla en en su capilla privada del Vaticano. En cuanto la vio, quedó impresionado ante semejante espectáculo: la chica escupía y se retorcía ferozmente en el suelo. Gabriele Amorth, el más prestigioso exorcista del mundo y que también lo fue de la diócesis de Roma, estaba presente en ese instante para asistir al Papa. En el libro Así se vence al demonio, de José María Zavala, Amorth ofrece unas palabras acerca de este ritual practicado por Juan Pablo II: «Su exorcismo fue de cierta eficacia aunque, siendo sincero, debo añadir que para liberar a Francesca se requirieron cinco años enteros de bendiciones».
Gabriele Amorth 
Este acto fue el primero en 400 años en que un papa enfrentaba de manera directa a un demonio por medio de los rituales del exorcismo. Doce meses después de lo ocurrido, Francesca F. y su marido se presentaban en audiencia privada ante el Papa para agradecerle su ayuda y contarle con ilusión en su rostro que estaba embarazada de su primer hijo. El hecho fue constatado en 1993 por el cardenal francés Jacques Martin en su libro Mis seis papas. 
Años después, Karol Wojtyla, nombre verdadero del máximo jerarca de la Iglesia Católica, ya más enfermo y deteriorado, se volvería a encarar a supuestas fuerzas sobrenaturales durante su audiencia general en la Plaza de San Pedro, Roma. Esta vez la posesa era también una chica de 19 años, proveniente de Monza, al norte de Italia, quien mostraba una actitud violenta en contra de los guardias que intentaban calmarla.
Mientras Juan Pablo II se hallaba ofreciendo su misa ante miles de peregrinos, la chica se dedicaba a gritar insultos y blasfemias. Gianni Danzi, secretario general de la Gobernación del Vaticano, se acercó hasta la chica para intentar calmar sus ímpetus portando un crucifijo. Al sospechar que la chica podía estar poseída, Danzi informó del hecho al secretario de Juan Pablo II, monseñor Stanislaw Dziwisz, quien a su vez informó de lo que estaba ocurriendo a Su Santidad. El Papa ordenó que llevaran a la chica a un sitio apartado para revisarla una vez culminada la audiencia pública.
Una vez más presente durante el hecho, Gabriele Amorth relata de la siguiente manera el exorcismo que practicó Juan Pablo II: «Hicieron entrar así a la joven por el Arco de las Campanas, rodeando la Basílica de San Pedro, para conducirla finalmente hasta un lugar cerrado donde Juan Pablo II la exorcizó en presencia de sus padres, del obispo Danzi y de varios hombres que a duras penas podían sujetarla».
Según Amorth, Juan Pablo II trató con dulzura y cuidado a la supuesta posesa durante cerca de media hora, atendiendo su pena con oraciones y rituales para intentar sacar al ente que estaba en su interior. Después fue el propio Amorth, su compañero Giancarlo Gramolazzo y Gianni Danzi los que siguieron con el ritual durante un par de horas más. En algún punto, la joven gritó con voz gutural y desafiante a los exorcistas: «¡Ni siquiera tu jefe ha logrado hacer nada conmigo!».
Amorth sospechaba que las palabras eran una clara alusión y provocación al Sumo Pontífice. «Satanás ataca sobre todo al Papa. Su odio por el sucesor de Pedro es feroz. Lo he experimentado en mis exorcismos». «Después del Papa, Satanás ataca a los cardenales, obispos y a todos los sacerdotes y religiosos. Es normal que sea así. Ninguno se debería escandalizar. Los sacerdotes, religiosos y religiosas, están llamados a una dura lucha espiritual», afirma en su libro El último exorcista – Mi batalla contra Satanás.
El exorcismo tuvo éxito y la chica fue liberada del demonio que la poseía. Fue el último ritual de su clase reconocido oficialmente por la Iglesia y adjudicado a Juan Pablo II, quien 9 años después de su muerte (2005 a los 84 años) fue canonizado en 2014,​ en una ceremonia oficializada por el papa Francisco. La pregunta es obligada: ¿pudieron haber sido estos supuestos exorcismos un pretexto para elevar la figura de uno de los papas más populares de todos los tiempos a la calidad de divino y dejar el camino listo para su canonización?