Noticias El Periódico Tarija

 
Muchos se preguntan si realmente existe un comité cívico, muchos jóvenes no saben que si existe y otros no saben para que sirve. La crisis del movimiento cívico nacional se profundiza cada día más y su falta de interlocutores válidos y creíbles ayuda mucho en eso, así como su cuestionable forma de elegir su directiva en cada región. 

En Tarija la mala hora llegó hace ya mucho tiempo, cuando el poder político comenzó a manejar sin tapujos y abiertamente esta institución, de grandes batallas y logros por el Departamento, esa intención tan abierta de volver al comité un brazo operativo de ese poder ha ido carcomiendo sus ya desgastados y debilitados cimientos. Es indudable que la aparición de autoridades electas ha dejado en jaque a quienes se jactaban de ser representantes de algunas instituciones y encima hablaban por el pueblo de Tarija. El no saberse abrir ni ser más incluyentes le pasó factura y eso sumado a lo ya mencionado, significó casi un tiro de gracia a una moribunda entidad, orgullo nuestro.

Hoy se vuelven a abrir brechas históricas entre el movimiento cívico capitalino y el provincial por el fallo del Tribunal Constitucional que viabiliza una nueva postulación de Evo a la presidencia del Estado, las formas de encarar las protestas y para cuando, marcan esas diferencias, ya el vicepresidente Julio Mejia de Bermejo, dejaba mal parada a una improvisada Asamblea de Instituciones que había definido un paro antes de Navidad, al parecer sin consultar con las regiones, el bermejeño fue  muy claro y dijo que desde las provincias no estaban de acuerdo y no acatarían lo dispuesto en la capital. Para colmo, y dejando ver lo improvisado del accionar, ahora esas medidas se van para después del carnaval del 2018 cuando ya nadie hable del mentado fallo porque ya estará, como lo está ahora, oleado y sacramentado. Si en temas tan simples se tienen estas controversias, no queremos saber qué pasará cuando la agenda sea más pesada y realmente se precise de la unidad de los tarijeños ante una convocatoria de la casa cívica, cuya voz se escucha cada vez más débil en la distancia.