Noticias El Periódico Tarija

No somos buenos en las indirectas, así que esto no se trata de mensajes ocultos, es acerca de pequeñas acciones que denotan un genuino interés por ti y que, quizá, ninguno de los dos se ha percatado de que existen.

Con un ramo de rosas enorme al pie del edificio en donde vives –porque el cliché de estas flores parece que nunca morirá–, después de una cena romántica, al tomar tu mano mientras salen de una típica salida al cine juntos, al finalizar esa tremenda y extenuante jornada de sexo que te hizo revalorar tus experiencias pasadas, o incluso mientras platicaban de las cosas más insulsas del planeta con un café de por medio.

Todos estos escenarios seguro te los planteaste en algún momento como el ideal para que él, sí, él y de una vez por todas, te pidiera ser su pareja, se arrodillara ante ti (quizá sólo metafóricamente) y te expresara todo su amor. Pero por alguna extraña razón no ha sucedido. Ni uno solo. Y no es que no le hayas puesto la escenografía enfrente ya o que le ocultes el guion de esta trama; simplemente es que no sucede como lo pensaste o no está actuando de la manera en que lo esperabas.

¡Ok! Lo sabemos. Te está cansando esta lentitud y aparente desidia. Pero no es que no te quiera, no es que no desee estar contigo, a lo mejor no es que te esté utilizando. Piensa que los hombres –por muy distintos factores– ya no actuamos como se solía hacer; abrir la puerta, llevar serenata, comprar una caja de chocolates, escribir un poema, hacer una declaración pública en medio de una cena o quitarse el abrigo para ponerlo sobre un charco y no mojes tu delicado calzado al andar, se han ido del esquema a cumplir como hombres enamorados. Asimismo sucede con la declaración absoluta de estar en una relación. Y si a eso le sumas que a) somos un género plagado de apatías a ciertos esfuerzos y b) somos pésimos para entender una indirecta romántica, pues no tienes mucho horizonte a dónde correr.

Es más, haciendo hincapié en ese último punto, puede que él ya te haya dado una señal de que en verdad quiere estar contigo, pero no te hayas dado cuenta. Tal vez no sean mensajes ultraelaborados como los que las chicas suelen darnos, puede que incluso pienses que son tonterías o actos casi infantiles, es probable que ni siquiera él esté planeando que el mensaje sea recibido de esa manera; sin embargo, son situaciones específicas que denotan su interés por estar junto a ti y una sutil demostración para que lo acompañes en todo momento.

Sí, debería ser más directa su decisión. Más claras sus intenciones y perderle el miedo a decirte las cosas de frente, pero no lo tomes como cobardía o falta de disposición. Tómalo como lo que es: debilidad a que posiblemente le digas que no o un malentendido a sus propias emociones. A veces ni nosotros mismos nos damos cuenta de que hemos encontrado al amor de nuestra vida.

¿Sabes cuántas veces él ha intentado formalizar una relación contigo y no te has dado cuenta?

Cuando te llamó para contarte su felicidad tras un logro –escolar, deportivo, laboral, etcétera–.

Cuando te pidió ayuda antes que a nadie.

Cuando decidió que podía llorar frente a ti por genuina felicidad o agobiante tristeza. En efecto, seguimos cargando con ese

estigma.

Cuando habla de ti con sus amigos y te das cuenta de que ellos ya sabían de tu existencia antes de conocerles.

Cuando te pide por favor que conozcas a su madre y familia.

Cuando te abraza y se acurruca contigo después de tener sexo.

Cuando tuvo un día de mierda pero aun así va a verte.

Cuando te pregunta si se ve bien con tal o cual prenda.

Cuando te invita a un viaje con sus amigos, asistes y resulta que todos van en pareja.

Cuando se arrepiente de hacerte enojar o acepta que discutieron por alguna tontería.

Cuando se hicieron rabiar, pero te llama o te pide se vuelvan a ver porque no puede estar sin verte.

Cuando te despierta con un beso.

Cuando acepta sus errores frente a ti y se disculpa por alguno de ellos.

Cuando tomó en cuenta tus necesidades antes que las suyas.

Cuando te escuchó sin objetar nada y te dio posibles soluciones para eso que te aqueja.

Cuando te defendió frente a algún comentario fuera de lugar por parte de tus amigos o familiares, tomando justa medida,

entendiendo que ellos son importantes para ti, pero dejando en claro que él te respalda primero a ti.

Cuando se preocupa por hacerte reír.

Cuando le importó un carajo hacer el ridículo con tal de pasarla bien junto a ti.

Cuando intentó en todas sus fiestas y reuniones hacerte parte de lo que hace o de donde se encuentra.

Cuando te llamó para verse después de un viaje.

Cuando te platica –o platicó– de sus planes a futuro y sutilmente te incluyó en ese esquema.

Cuando te preguntó cuántos hijos te gustaría tener o si es que te ves casada en algún momento de tu vida.

A todo esto, debemos sumarle una claridad de intenciones, por supuesto. Porque hay muchos hombres que podrían actuar así, pero es obvio su utilitarismo o su fijación por tener “una velita prendida” sin importar los caminos que ellos tomen. Pero si en cualquiera de estos casos sientes que hay un interés legítimo por ti, si percibes un ápice de amor o ternura hacia tu persona, si es notoria una preocupación por sentirte cerca y mantenerse también lo más próximo a tu vida, la respuesta es la siguiente: date cuenta, es torpe y deberías preguntarle de una vez sus intenciones, quitar esa duda entre ambos y, posiblemente, formalizar esa felicidad que ya llevan juntos.