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Nadie dijo que el trabajo de controlar a los comerciantes sea fácil, peor aún con el índice creciente de informales que se asientan en cualquier lugar. La intendencia municipal tiene una dura labor ya que debe relacionarse con todo tipo de personas, unas más o menos asequibles que otras. Los supervisores deben estar en contacto con personas de distinto nivel de educación que se dedican a esta actividad por diferentes razones pero una en común… sobrevivir, tener una fuente de ingresos para ganarse el pan de cada día.

Hace días atrás una funcionaria edil fue brutalmente agredida por comerciantes ambulantes, informales, por el simple hecho de cumplir con su obligación. Una cosa son aquellos vendedores  que están ubicados en mercados o tiendas identificadas y otra los que hoy están en una esquina X y mañana en otra, en cualquier punto de la ciudad, los que venden baratijas, refrescos, frutas, maní, cuadernos, etc, es complicado controlar a aquellos que se reproducen y aparecen en todo lado.

Tampoco se puede negar que existen supervisores que abusan del poder que tienen, que presionan a ciertos comerciantes para que dejen su lugar de trabajo, incluso en algún momento se escucharon denuncias de cobros ilegales, de cierta extorsión aprovechando que el vendedor tiene la necesidad de estar ahí y vender. A pesar de todo, no podemos olvidar que los funcionarios mundiales están para regular el que hacer comercial en la ciudad y deben tener un grado de poder y autoridad para imponer la normativa vigente. Tal como explicamos, esto los hace víctimas de malos tratos, insultos y hasta golpes, del otro lado dicen lo mismo, casi monedas común entre unos y otros. Es necesario que los ediles comprendan que todas las personas merecen respeto y ser tratadas sin discriminación alguna y es preciso que los comerciantes respeten el principio de autoridad y no insistan en la violación constante de la ley.